Eändril
Mensajes : 361 Fecha de inscripción : 30/05/2008 Edad : 37 Localización : En la Beta de WAR
| Tema: Aëndir el Sombrio Sáb Mayo 31, 2008 1:23 pm | |
| Odio Eterno
Era tarde, oscurecía. Aëndir oteó el horizonte con su aguda vista. Llevaba unos meses en aquellas montañas. Cracia, tierra de los orgullosos Leones Blancos, uno de los regimientos de élite y guardia personal del Rey.
Avanzó silencioso ladera abajo, encerrado en sus pensamientos pero siempre alerta ante cualquier ruido, cualquier movimiento que detectase la presencia de su presa.
Empezó a llover. Llevaba un peto de cuero sobre una túnica y se cubría con una capa, a cada lado de su cadera lucía sendas espadas gemelas, a su espalda colgaba una aljaba con flechas y un arco.
De repente paró en seco, había oído algo. Agudizó el oído. Unos susurros apenas audibles, un lenguaje que reconoció al instante, ¡Druchiis! Avanzó hacia el tronco más cercano, se recostó contra la corteza y preparó su arco. A doscientos pasos dos elfos oscuros examinaban el suelo. Aëndir esbozó una cruel sonrisa, habían picado una de las pistas falsas que había dejado. Cogió una flecha, tensó el arco, la adrenalina recorría su cuerpo, soltó la cuerda y el virote silbó en el aire hasta alcanzar el objetivo. El elfo oscuro cayó entre estertores al suelo agarrándose el virote que le había atravesado parte del cuello. En el claro en el que se habían detenido, el otro elfo giró en redondo asustado, ¿De donde provenía la flecha? El pánico le abotargó los sentidos, intentó echar a correr, pero las piernas le fallaron y a los pocos pasos otro ruido silbó en el aire y cayó con una flecha clavada en la espalda. El elfo jadeó, intentó arrastrarse, aferrarse a la vida, huir del cazador, pero era tarde, unos pasos detectaron la presencia de Aëndir quien desenvainó una de las espadas y se la puso en el cuello.
- ¿Donde está el otro?, ¡Habla! -. Preguntó el sombrío clavándole un poco más la punta.
- Habla y te ahorraré sufrimiento maldito Druchii -.
- No lo sé y aunque lo supiera no te lo diría... - un achaque de tos convulsionó al elfo que sangraba por la boca. - Pronto te matará, él... no es como nosotros, lo ha instruido el mismísimo Malekith, es un asesino, no conoce la piedad... - otro ataque, la vida se le escapaba con cada palabra. - Acabará contigo, y después acabará con tu familia. Estáis condenados...
- Yo no tengo familia, yo... ya estoy muerto...
Y dicho esto decapitó al elfo con un movimiento preciso. Limpió la sangre en su capa y envainó la espada, recogió las 2 flechas y se alejó del claro hacia la espesura.
Era de noche, una noche cerrada que apenas dejaba ver más allá de unos metros. Aëndir se movía con cautela, cada pocos pasos se paraba para escuchar a su alrededor algún ruido que delatase la situación del elfo restante. Llevaba semanas tras el grupo de Sombras que había enviado el enemigo tras las líneas de los Altos Elfos que defendían Cracia. Los había ido eliminando uno a uno hasta ahora. Se apoyó en un tronco y escuchó... El vació del silencio lo envolvió. No se oía nada, ningún animal, solo el susurro del viento que lamía la fría roca. Una terrible sensación invadió a Aëndir, se puso alerta, sus músculos se tensaron, dispuestos para actuar.
Solo oía los latidos de su corazón, que se había acelerado ligeramente.
De repente un golpe seco, y un silbido rasgaron el aire. Aëndir reaccionó por puro instinto y salto hacia un lado. Una flecha negra apareció clavada en el tronco donde segundos antes apoyaba la cabeza. Se puso en guardia y se cubrió tras unas rocas. Saco el arco y tenso un poco la cuerda a la espera de nuevos indicios para localizar a su enemigo.
El silencio se adueñó otra vez del entorno. Avanzó con pasos vacilantes sin dejar de prestar atención a su fino oído. Otro golpe seco perforó la noche, pero esta vez no pilló a Aëndir desprevenido, que casi automáticamente disparo su arco en dirección al ruido. Los dos virotes chocaron en el aire haciéndose astillas. Aëndir aprovechó el momento y desenvainando las dos espadas, cargó en la dirección que había disparado. El elfo oscuro hizo lo propio, tiró la ballesta a un lado, desenvainó las dagas y se lanzó al combate. Aëndir atacó primero con furia intentando traspasar al enemigo, pero éste le esquivo con relativa facilidad y contraatacó a su vez. La fría hoja de la daga penetró en la carne de su costado.
Se separaron unos instantes y pudo ver como el elfo esbozaba una fría sonrisa en su boca. Los ojos de los dos elfos chispeaban con el odio amargo que se tenían las dos razas, fraguado en la antigua guerra civil y alimentado con las constantes incursiones y guerras.
El combate se reanudó, esta vez el Druchii llevaba la iniciativa. Era realmente rápido, incluso para los estándares de su raza. Atacaba y fintaba con una precisión y determinación constantes, sin dejar huecos en su defensa para posibles contraataques. Aëndir se iba debilitando, había perdido bastante sangre, y le ardía el costado. Nunca se había enfrentado a un enemigo con esa destreza, quizá ese sería el fin, quizá su guerra personal acabaría a manos de ese despreciable asesino. Siguió defendiéndose de las acometidas de su rival, que iban aumentando de intensidad. En un último estallido de rabia, intento contraatacar con una finta y un tajo directo al cuello, pero su enemigo que preveía todos sus movimientos lo esquivó. Una rodilla le falló por el esfuerzo y cayó hacia atrás. El elfo oscuro, seguro de su victoria se lanzó para asestarle el golpe de gracia, pero Aëndir lo esquivó rodando por el suelo y cargo contra su desprotegido flanco atravesándolo de lado a lado. El Druchii cayó muerto hacia delante. Aëndir se desmayó.
Llovía, las gotas repiqueteaban en la mejilla de Aëndir. Abrió los ojos, era de noche, miró a su alrededor, el elfo yacía a su lado en un charco de sangre. Se incorporó con lentitud, le dolía todo el cuerpo y había perdido mucha sangre. Se vendó la herida del costado lo mejor que pudo, hecho un último vistazo al Druchii y se alejó caminando con la mirada perdida, ausente. Los recuerdos iban pasando por su torturada mente, recordaba cada momento de su larga vida, recordaba cómo había empezado todo, recordaba su voto sagrado a Lileath, recordaba la noche en que unos cuantos juraron que acabarían con todos los odiados archienemigos de su raza, aquellos que destrozaron sus tierras, aquellos que asesinaron a su familia y amigos.
Caminaba con nuevas energías, con la determinación de quien sabe que aún no ha concluido su tarea. Ya no sentía el dolor, su cuerpo volvía a rebosar del odio que le permitía vivir, un odio profundo, eterno.
Seguía caminando, y desde las profundidades de su mente una frase se abría camino hasta su cabeza..., Nada está olvidado, nada está perdonado...
Última edición por Eändril el Sáb Mayo 31, 2008 2:14 pm, editado 1 vez | |
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Eändril
Mensajes : 361 Fecha de inscripción : 30/05/2008 Edad : 37 Localización : En la Beta de WAR
| Tema: Re: Aëndir el Sombrio Sáb Mayo 31, 2008 1:24 pm | |
| No me escribais aquí que seguramente seguiré la historia de Aendir cuando tenga un poco de tiempo Gracias | |
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