Saeros Tasaldur - Taurnil - Athel Loren

Corres por el bosque como alma que lleva al diablo por entre los árboles.

La imagen de lo visto aún se repite una y otra vez.

¿Qué ser de este mundo puede acercarse a media docena de forestales sin ser detectado y matarlos? ¡Y más en una zona tan despejada como aquella! ¿Qué clase de maligna mágia había de por medio?

Paras un momento para recuperar el aliento.

Lo recuerdas todo perfectamente. Seis cadaveres, todos ellos en posiciones estrategicas para una emboscada, todos ellos muertos salvajemente. El único rastro del atacante eran unas huellas similares a las de un orco, pero no podían ser orcos, ningún orco sería capaz de hacer algo así, ¿no? Y para colmo, la tropa de hombres bestia a la que iban a emboscar se había adentrado todavía más en el bosque.

Ahora tu objetivo era advertir sobre la nueva amenaza y sobre el...

De pronto varios cuernos élficos sonaron a unos quinientos metros al Nordeste.

La obligación de Saeros era clara, avisar al capitán de la guarnición de la entrada en el bosque de un grupo de hombres bestias y de una bestia que todavía no sabía que o quien era.

Pero los cuernos que escucho al Nordeste le intranquilizaron, ¿que sería lo mas correcto?, ir a avisar al Noble del territorio en donde se encontraba o ir a prestar su ayuda a los elfos que con el sonido de sus cuernos pedían auxilio.

Sin perder mas tiempo tomo una decisión. Iría a ayudar a sus hermanos elfos, no podría vivir con el cargo de conciencia que le provocaría no auxiliar a sus hermanos.

Raudo como el viento corrió hacia el Noreste...

Corres con todas tus ganas, el camino es un ligero ascenso que oculta el origen del sonido, pero no está muy lejos. De pronto oyes rugidos y sonido de batalla.

Al llegar a la loma te asomas con precaución y te horripila lo que ves allí abajo. Un pequeño contingente de unos cincuenta elfos se enfrenta a una extraña clase de monstruos en medio de un claro. Los monstruos eran seres extraños, parecían orcos, pero no lo eran. Eran grandes y muy musculosos, de grandes brazos, pies pequeños y cabeza primitiva, pero sus brazos eran mucho más largos en proporción, de hecho, andanban a cuatro patas, ligeramente encorbados y apoyados sobre los puños, eran más pesados que un orco (quizá no como los más grandes). La mandíbula no era tan prominente y las orejas eran redondas. Pero lo que los delataba era su piel, estaba libre de cualquier tipo de pelaje, ropa o equipo y era de un rojo muy intenso, como si la sangre se le quisiese escapar por los poros de la piel, además, en el centro del pecho llevaban una extraña gema azul incrustada. Contaste seis de estas criaturas.

La primera y más lejana, era hostigada por un grupo de arqueros, la criatura se lanzaba hacia un grupo de arqueros, pero el ataque por otro flanco lo hacía cambiar de dirección. Sin embargo, la táctica no parecia funcionar, pocas flechas llegaban a traspasar sus duros músculos y no parecía denotar signos de cansancio. Con sus poderosas manos, casi tan grandes como un torso, agarró a uno de los elfos, tiró en ambas direcciones y lo partió por la cintura. Luego lanzó los restos como respuesta a las flechas, el impacto fue potente y derribó a otros tres elfos.

Otra criatura, la más cercana, era hostigada por su parte por un grupo de jinetes, las lanzas lograban hacerle herida, pero el ser manoteaba con tanta furia que era casi imposible acercarsele. Con una agilidad extraordinaria para su peso, saltó los cinco metros que lo separaban de uno de los jinetes y derribo a caballo y elfo. Los compañeros del caido aprovecharon la situación para empalar a la bestia, pero el primero en herirle recibió un puñetazo en el vientre que lo lanzó volando bien lejos.

En el centro de la formación un grupo de guardias eternos intentaban acercarse a un elfo solitario armado con una espada élfica a dos manos que luchaba en solitario contra una de las bestias, pero entre ambos un cuarto monstruo se lo impedía. Los guerreros realizaban rápidos ataques y precisas retiradas que poco a poco iban minando el vigor de la criatura.

El elfo solitario esquivaba con gran velocidad y agilidad las acometiads del ser. A su lado yacía el cuerpo inerte de otro de esos monstruos, con una fea herida en el tórax. El espadachín empuñaba su arma de una forma extraña, con una mano agarraba la empuñadura mientras que apoyaba la otra contra el filo de la espada.

El cuerpo muerto de la última criatura reposaba, lleno de flechas en los lindes del bosque.

La situación se decantaba muy mal para los Elfos Silvanos.


--OFF TOPIC--

La firma.

La visión que tenía enfrente le dejo paralizado durante unos segundos, nunca había visto nada parecido. Un gran rugido del monstruo que luchaba contra el solitario elfo fue lo que le saco de la parálisis, rápidamente de una vista rápida a toda la batalla estudio en que parte necesitaban mas su ayuda, un segundo después ya estaba apuntando con su arco al monstruo que luchaba con el solitario elfo.

Cuando estaba a distancia de disparo cargo su arco y descargo una pequeña ráfaga de 3 flechas en el monstruo, por un momento se quedo maravillado por la forma de luchar del elfo solitario y ahora que estaba mas cerca pudo fijarse en la fina factura de su armadura y de su espada, Saeros pensó que podía ser un noble pero no podía saberlo con exactitud.

Las flechas volaron sobre el campo de batallas, una de ellas logró clavarse en el costado de la criatura, que bramó de rabia por la herida. Pero las otras dos erraron el blanco debido al movimiento. Una de ellas paso cerca de la cabeza del Elfo.

Después de ver el resultado de la ráfaga de flechas comprobó que los monstruos a los que se enfrentaban eran tan vulnerables a sus flechas como cualquier otro ser al que ya se había enfrentado.

Siguió disparando, disparo una flecha mas, aunque este disparo se lo tomo con mas calma por que en la anterior ráfaga casi le da el corazón un vuelco cuando casi alcanza al elfo que estaba al lado de la bestia.

Mientras esperaba el resultado de sus 2 últimos disparos pensó como el Bosque de Loren no había sentido esta perturbación en su interior y había mandado a sus guardianes a ayudar a los elfos.

Quito rápidamente este pensamiento de su mente, en estos momentos solo tenia que pensar en la batalla que tenia delante.

La flecha impactó de lleno en el pecho de la criatura, pero el dolor no hizo más que enfuracerlo todavía más y atacó con renovadas fuerzas al noble.

En el centro tanto los guerreros como la criatura mantenían posiciones, estudiando los movimientos del contrario.

Entro los aqueros las cosas no iban muy bien, la extraordinaria velocidad del monstruo le había permitido matar a la mitad de ellos.

En el flanco más cercano los jinetes se estaban dispersando demasiado.

Con la última flecha clavada en el pecho de la bestia Saeros decidió cambiar de objetivo ya que los jinetes estaban en mayor peligro que el solitario elfo.

Siguiendo las lindes del bosque llego hasta el lugar donde podía descargar sus letales flechas sobre la bestia que hostigaba a los jinetes. Una vez allí gritó:

-Jinetes replegaros hacia el bosque allí la bestia no tendrá tanta movilidad como en este claro, allí tendremos ventaja.

Mientras decía esto cargaba una flecha mas en su arco para disparar a su nuevo oponente, se paro en seco, levanto el arco, apunto, y soltó la cuerda tensa . . .

Los jinetes no te oyeron y continuaron moviemdose de forma dispersa por el campo de batalla.

Tu flecha voló bien pero solo paso de perfil por la espalda de la criatura abriendo un corte superficial.

La situación era desesperante, veía como estaban masacrando a mis hermanos elfos y yo no podía hacer nada para evitarlo, únicamente disparar flechas contra esas abominaciones.

Pero no me iba a dar por vencido, si las bestias lograban ganar pondrían en peligro a muchos mas elfos los cuales todavía no tenían idea de la presencia de estas bestias en el bosque.

Me pare en seco apunte hacia la zona de la muñeca de la bestia, respire hondo, cerré un ojo para tener mas precisión y dispare.

La flecha atravesó la carne y el hueso, el monstruo gritó de dolor, lo que lo impulsó a saltar encima de otro de los jinetes y destrozarlo con sus puños.

Era increíble la resistencia al dolor que tenían estas bestias, después de ver como descuartizaba al jinete cargue otra flecha seguí el mismo proceso que en la anterior flecha excepto que esta flecha iba dirigida al cuello, cargue, apunte, respire hondo, cerre un ojo y dispare.

Estaba dispuesto a acabar con este problema de una vez por todas.

La flecha atraveos la garganta de la criatura que en un terrible gorgoteo se llevó las manos a la garganta.

Los jinetes aprovecharon la oportunidad y clavaron sus lanzas. La criatura finalmente cayó muerta.

Algunos de los jinetes miraron en tu dirección y te hicieron un gesto de asentimiento con la cabeza mientras se dirgían a ayudar a los aqueros.

Por fin parecía que los largos años de entrenamiento con el arco daban sus frutos. Después de este pequeño momento de jubilo preparo de nuevo mi arco para disparar una flecha de nuevo.

Nunca entenderé como los guardianes no se replegaron por el bosque para tener ventaja, ahí en campo abierto tenían todas las de perder.

Disparo la flecha contra la bestia que esta atacando a los arqueros elfos, apunto por la zona del cuello ya que por lo que pude comprobar en la bestia anterior una flecha bien colocada ahí seria una muerte súbita.

La flecha voló por el campo de batalla y atraveó la arteria principal del cuello del monstruo que cayó al suelo en un charco de sangre.

Los jinetes dispararon sus flechas contra la criatura encarada con los guardianes eternos. No fue muy efectiva, pero la distracción le bastó a los guerreros para acabar con la criatura.

Al ver a sus compañeros la última criatura se irgió sobre sus patatas traseras y golpeo repetidamente su pecho con los puños. El espadachín no desaprovecho la oportunidad, saltó y con un giro en el aire decapitó al ser.

Después de la muerte de la última bestia el claro se quedo completamente en silencio. Como era de esperar tan dura batalla dejo a todos los elfos exhaustos.

Antes de ir a hablar con el elfo que portaba la espada a dos manos, me pase por todas las criaturas a las cuales había disparado para recoger mis flechas también recogí una de las flechas que erre, eran fáciles de distinguir de las demás flechas ya que el color de las plumas de mis flechas eran completamente negras.

Una vez recogidas todas me dirigí a hablar con el elfo que tenia apariencia de ser un noble.

Tres de las flechas estaban rotas.

Del linde del bosque comenzaron a aparecer elfos, por sus vestimentas parecían cortesanos, uno de ellos sujetaba las riendas de el corcel élfico más hermoso que jamás hubieses visto.

El noble discutía seriamente con el líder de la guardia eterna. Al verte llegar hizo un gesto con el que termino la conversación y te miró esperando a que te presentaras.

"Maldita sea primero me encuentro con estas bestias que destrozan con sus manos a media patrulla, despues se me rompen 3 flechas y ahora encima tengo que hablar con un maldito noble."

Me acerco al noble con paso ligero para terminar con este acto lo antes posible.

El noble te mira.

A vuestro alrededor la gente comienza a atender a los vivos y a lamentarse por los caidos.

-Saludos, soy Saeros Tasaldur forestal encargado de la vigilancia de las lindes del sur del Bosque de Loren.

Al decir esto recuerdo los cuerpos de los forestales de mi patrulla muertos, con tanto alboroto se me habían olvidado que sus cadáveres están a escasa distancia al sur. En cuanto la conversación con el noble lo permita le pediré a unos hombres para ir a recoger sus cuerpos para poder hacerles un entierro digno.

El elfo inclinó la cabeza.

- Yo soy Avalther hijo de Ulthen, señora de estas tierras. Estoy agradecido por tu oportuna aparición, pero devo volver con mi señora para informarme de este suceso

Uno de los cortesanos le acerco el caballo y se marchó.

- Los espiritus del bosque se llevarán los cadáveres ala corte de Ulthen lo antes posible, te agradecería que velases por ellos hasta que vengan por ellos Saeros Tasaldur.

Montó sobre su caballo con gracilidad.

Los soldados de infantería y los cortesanos comenzarón a integrarse entre los árboles en formación.

- Esos monstruos, son muy extraños. Coinciden con la descripción de unas criaturas que habitan en las Junglas del Sur, pero tienen un toque de magia oscura en sus almas... -dijo extrañado, entonces te miró fijamente -. ¿Habías visto algo así alguna vez?

El noble asintió con la cabeza.

- Es realmente extraño -dijo pensativo -.Muy bien, así se hara

Giro su montura.

- Espero que nos volvamos a ver en mejores circunstancias Saeros Tasaldur

- Yo también espero volver a verte Avalther hijo de Ulthen -dentro de lo que cabe este noble le había caído bien.

La espera se me hizo interminable, aunque la agradeció ya que la batalla le había dejado mas cansado de los que creía. Mientras esperaba se dedico a limpiar las flechas que había utilizado en la batalla.

No había el más mínimo rastro de los Espiritus del Bosque. De pronto, te pareció ver un destello del cuerpo del monstruo más cercano.