Sebastian se encontraba preparando su equipo en una posada en medio de Darkwald, llevaba semanas persiguiendo a esa maldita criatura y por fin la tenía acorralada. Reviso su espada, y la baño con aceites benditos, su munición la metió cuidadosamente en su bolsa, limpio con esmero y cargo su pistola, y saco brillo al cometa de dos colas que le había regalado su hermano años atrás. Por un momento recordó su juventud en Wolfenburg, que hoy en día no son más que ruinas profanadas por la mancha del caos, su padre y su hermano mayor Ambrose, el dolor que sintió al no poder unirse a los sacerdotes de sigmar, sus primeros pasos en la defensa del imperio, persiguiendo a herejes y mutantes, los pueblos que tuvo que pasar por la antorcha por su propio bien, la tormenta del caos..., como tuvo que huir de su amada ciudad cuando esa marea de aberraciones se abalanzaron sobre ella, la traición de quien en otros momentos había amado con locura, su propia esposa, la única que persona de la quien nunca desconfio,no era más que un hereje, le había engañado demasiado tiempo, pero esta noche todo acabaría.
Salió de la taberna, era noche cerrada lloviznaba y el viento traía los gritos de las bestias que moraban en aquel bosque maldito, pero aun sabiendo lo que le aguardaba se adentro en el.
Tras media hora de marcha llego la claro, como suponía, estaba lleno de herejes y abominaciones, en total debían ser unos 10, y su sacerdotisa... Maldita sea Amanda cómo pudiste caer, recuerdos de juventud le asaltaron, era una muchacha jovial y casta, que te transformo en lo que ahora eres.
Se posiciono entre los árboles, saco su pistola la preparo, y disparo. El disparo resonó por todo el bosque y fue a darle en el pecho a una de esas abominaciones el resto salió huyendo hacia el bosque pero Amanda permaneció en el claro.
Sebastian desenvaino su espada y se acerco lentamente a su amada.
-Vaya veo que por fin me has encontrado.-Dijo mientras le encaraba
-Vengo a acabar contigo abominacion-.Ella se rio tras esta afirmación
-Abominación? Yo? Quien condeno a pueblos enteros por meras sospechas? Quien dejo desatendía a su esposa por su fanática y estúpida creencia? Fuiste tú quien la condenaste, cuando yo la encontré era poco mas que un cascaron vacio, me fue sencillo tomar control de ella. En fin basta de charla me tragare tu corazón y dejare tu cráneo como recuerdo de la insensatez de tu "imperio".
Dicho esto ella se abalanzo sobre Murnau, el cuerpo que antes era una mujer bella estaba deformado con protuberancias óseas por todo el cuerpo, sus finas manos eran garras curvadas, y sus dientes s habían tornado colmillos. El intento frenarla poniendo la espada delante, pero era demasiado rapida, esquivo la espada y le araño el brazo izquierdo, su sangre salpico la tierra, ella rio.
-Veo que a la hora de matar inocentes nunca has tenido problemas, nunca has luchado al mal estúpido, pronto estarás muerto!
El lanzo una estocada, ella la esquivo fácilmente y le atizo un golpe en el estomago, Sebastian cayó al suelo sin aliento, ella viendo una fácil victoria fue a cortarle la garganta, pero Sebastian tenía una carta bajo la manga, en el momento que se agacho, saco su pistola y le destrozo el cráneo con una bala. El cuerpo cayo hecho una mortaja enfrente suyo.
De repente una voz resonó en su cabeza.
-Me has vencido hoy pero volveré a por ti, aparte que tengo más desagradables sorpresas para ti, tu hijo no murió, es ahora un digno servidor de mi señor T'Char y acabara contigo y tu alma será mía para que sufras durante eones, hasta dentro de poco Murnau.
Dos días después Sebastian se despertó con dolor de cabeza en la posada, había intentado olvidarse dio a la bebida, un momento había alguien más en la habitación.
-Sebastian, hermano mio, estas hecho un desastre.
-Ambrose?
-Si mi intrépido hermano, no sé que habrás estado haciendo pero ciertos asuntos urgentes nos requieren, nuestra majestad imperial Karl Franz está preparando un cuerpo de elite para hacer frente a una nueva amenaza, y te he recomendado para él, que me dices.
Sebastian dudo un segundo.
-Cuenta conmigo hermano, juro por Sigmar que no descansare hasta que erradique a todo demonio, hereje o mutante, o muera antes yo en el intento