Gabriel Gotterman - Hasting - Fichetal, Ostenmark

La tormenta era terrible, los hombres te miraban, como si tu fueses a ofrecerles una solución a todos sus problemas, pero qué podías hacer tu, cómo podías detener eso...

Avanzaste con paso indeciso hacia la almenara del muro Oeste y viste el ejercito que acampaba ante el castillo. Mil efectivos entre guerreros del Caos y Barbaros del Norte. Vuestras fuerzas escasamente contaban con setenta ballestero, ciento veinte alabarderos, cien milicianos, doscientos lanceros y dos cañones.

El castillo estaba colocado sobre un risco no muy pronunciado, pero que solo permitía el acceso a las murallas Norte y Oeste. El capitán William había dispuesto los cañones en la torre situada en la esquina Noroccidental. Había repartido los ballesteros y los alabarderos por las murallas mientras que los lanceros y la milicia esperaban pacientemente en el patio de armas.

Debido a la dificultad del camino, las fuerzas del Caos no podían usar torres de asedio, pero contaban con más de una docena de escalas y un enorme cañon infernal.

- Atacarán pronto - dijó una voz que reconociste como la del capitán William a tu espalda.

Era un hombre joven que había demostrado su valentía ya en muchas batallas. Su cara infantil carecía de cicatrices y su armadura finamente tallada no parecía la armadura de un veterano de guerra. En verdad, el capitán William era conocido por su gran destreza como guerrero, casi nadie lograba traspasar su defensa. El joven te ofrecía una pequeña petaca metalica.

- Posiblemente esta sea nuestra última noche. El capitán Olseen tardará por lo menos tres días en llegar -dijo con desesperanza -. Espero que morir junto a un Sacerdote de Sigmar de puntos en el Reino de Morr -añadió con una risa forzada en la cara.

El capitán había contado con dos mil hombres hace dos semanas y se había enfrentado contra el ejército que ahora mismo les asediaba que contaba con más de tres mil efectivos. Mediante la estrategía acabarón con casi todo el ejercito, pero la inferioridad númerica se notó y dió la victoria final al Paladín del Caos. La caballería había realizado una acción suicida para dar la posibilidad de huir a los supervivientes. Durante una semana fueron perseguidos y hostigados, hasta que llegarón a este castillo donde el Sargento Valdem y su pequeño contingente se les habían unido. Cuando el Paladín del Caos llegó a vuestras puertas había reforzado su ejercito con varios cientos de guerreros que a saber de donde habían salido. Hoy, tras cinco días de sitio, parecía que el Paladín del Caos se había quedado sin paciencia.

-No seremos nosotros quienes visitemos a Morr esta noche- dijo con tono decidido-. Debemos resistir como sea y aguardar a los refuerzos de Olseen, ya sean 3 dias o todo un mes.-Dijo el sacerdote mientras reclinaba con la mano la cantimplora.

Gabriel recordo los 5 años de combates encarnizados contra los orcos en Stirland.Aquello era muy diferente. Los vastagos del caos no son tan tontos y encima esto no son escaramuzas.Sufrir un asedio era lo ultimo que se le pasaba por la cabeza hasta ese dia.

-Lo que me remueve las tripas es ese cañon infernal. Si esperamos nos aplastara como a bichos.- Comento Gabriel al capitan con voz preocupada-.Ojala pudiesemos sabotearlo, seria una gran ventaja señor.

William se apoyo sobre las almenas.

- No se preocupes Padre Gabriel. Solo usarán el cañon para abrir brecha. Saben que somos pocos, no nos "desperdiciarán" con disparos. Los seguidores de los Oscuros intentan llamar la atención de sus Dioses mediante su utilidad, y eso que tenemos ahí son solo guerreros - dijo con pesadumbre.

Con su mano enguantelada aparto un mechon de pelo que le caía sobre su rostro.

-En cualquier caso, no se ha preguntado por que nos asedian,quiero decir, no suponemos una amenaza real para ellos pues nos superan en numero y ademas aqui no hay nada mas que piedras y unos cientos de almas, podrian asaltar todas las localidades y ciudades cercanas con total impunidad.No se vos pero yo me huelo algo.-Dijo mientras se frotaba la cabeza con la mirada perdida en el ejercito enemigo

William sonrió a mala gana.

- ¿Quién sabe por qué actuan así los Oscuros? Quizá es porque somo soldados y les ofreceremos mejor resistencia o tal vez porque lo consideran un juego o igual por orgullo, le arrebatamos la victoria a su líder con nuestra retirada y encima perdió muchas tropas. Pero aun así no puedo saber una razón exacta -el militar extendió la mano para que le entregases la petaca -. Sea el motivo que sea no cambia en nada el echo de que estamos aquí, peleando por nuestras vidas.

Suspiró.

- Y debemos dar gracias por ello. Mejor que nos ataquen a nosotros en vez de a hombres inocentes. Al menos nos podremos llevar a unos cuantos por delante -dijo con amargura.

Gabriel le entrego la petaca mientras en su rostro de veia una clara mueca de resignacion.

-Esta tierra tan azotada por la oscuridad me es extraña a veces, pero en ocasiones me siento como en casa.Esta noche si Sigmar asi lo desea tras la batalla os contare lo complicados que pueden ser los designios y caminos que nuestro querido dios nos encomienda.-dijo un poco mas sereno.

Miro al patio de armas.

-Se ven asustados. Tal vez debais animar a vuestros hombres William, son jovenes en su mayoria y eso no es conveniente cuando se lucha contra mostruos.Esperemos que su fe supla su inexperiencia

- Capitán William - dijó una voz a vuestra espalda.

William miró al hombre.

- ¿Sí soldado?

- Tienen un ariete demoniaco, los artilleros creen que será imposible derribarlo con los cañones

El capitán carraspeó.

- De acuerdo, diles entonces que se centren en disparar contra los guerreros acorazados.

El soldado afirmó con la cabeza y se marchó.

- Gabriel, confió en ti para liderar la defensa de las murallas. Encargaté de la muralla Norte, la muralla Oeste será bombardeada y no me gustaría perderte en esa situación. Valdem se encargará de esta sección -hizó una pequeña pausa mientras miraba al regordete soldado que era Valdem -. Vigilalo bien, se que no está corrupto, pero es claramente un cobarde, no dudará en retirarse al castillo para alagar su vida. Necesito que la muralla aguante, sino nos veremos atacados desde todas direcciones y solo será cuestión de tiempo que acaben con nostros. Nuestra única oportunidad es luchar en el menor número de focos posibles.

-Como ordenes. Os juro ante Sigmar que por mi vida defendere las murallas hasta mi ultimo aliento.Una ultima cosa.-dijo el sacerdote mientras acariciaba una caja que le colgaba de la armadura-.Cuando consigan entrar....., deberiamos tener algun plan para reducir esta fortaleza a cenizas para que les sea inutil una vez la hayan tomado.

El capitán te sonrió, por primera vez, con sinceridad.

- No tenemos pólvora suficiente para eso. Asi que me parece que lo que tendremos que hacer es no perder -de su cara surgió un resplandor extraño -. ¡¿Me oís todos?! ¡No quiero oir hablar sobre que atrocidades causará esta horda de locos después de esta batalla! ¡¿Y sabeis por qué?! ¡Porque os juro por los Dioses que después de esta batalla no habrá ninguna horda de locos! ¡No fracasaremos! ¡Somos los hijos de Sigmar! ¡Y seguro que Morr comprendé que está noche no vayamos a dormir bajo su vera! ¡Porque a cambio le enviaremos a toda esa tropa! ¡Por Sigmar, Ostermark y el Imperio!

- ¡Por el Imperio! - bramó toda la tropa como uno solo, para tu sorpresa el sargento Valdem no se unió a los vitores.

- Creo que con esto les hemos subido la moral un poco -te dijo con una sonrisa -. Confio en usted padre, proteja la puerta desde arriba y yo lo haré desde abajo. Por Sigmar - e hizo el simbolo del Martillo sobre su corazón antes de marchar hacia las escaleras para reunirse con sus guerreros en la plaza.

Los hombre parecían mucho más preparados para la batalla, habían dejado a un lado el miedo y lo habían sustituido por una gran determinación. Ciertamente, era un soldado carismatico, pero tenía algo especial que te perturbaba.

Conmovido por las palabras del capitan y por la reaccion de la tropa, Gabriel tomo posicion en la muralla Norte junto con los hombres a su cargo y aguanto a la espera de nuevas ordenes o del inminente ataque.

En tu sección había treinta ballesteros y sesenta alabarderos, posicionados de tal forma que hubiese un metro entre cada uno en una disposición de dos alabarderos entre cada ballestero.

En la sección Occidental la disposición era la misma.

En la torre los cañones estaban preparados, cada uno apuntando a una parte del ejercito enemigo, junto a ellos había otros diez ballesteros.

En la plaza las tropas se habían colocado en tres formaciónes, de alabarderos flanqueadas por milicianos. Cada una de las secciones permanecía cerca de los muros mientras que la tercera se quedaba en reserva.

El ejercito enemigo estaba dispuesto en dos grandes bloques. El bloque septrentional diponía de seis escalas y un ariete metálico de aspecto monstruoso. El bloque occidental contaba solo con la mitad de escalas que el otro grupo, pero el enorme cañon infernal se encargaría de que no necesitasen más.

La tensión de la inminente batalla era aplastante.

Ante aquella vision, Gabriel recordo el sabor de la batalla y apreto sus manos contra el mango de su martillo.Miro a sus tropas.Se les notaba impacientes.Tras comprobar la correcta posicion de las tropas y mirar a su alrededor, Dijo con voz grave y bien alto:

-Seccion Norte preparada!

- ¡Fuego! - gritó William desde su posición.

Los cañones rugieron y las balas impactaron de lleno en la masa de guerreros, destrozando torax y extremidades por igual.

Como respuesta la horda comenzó a correr hacia las murallas. El cañon infernal vomitó llamas que golpearon la muralla Oeste, la roca comenzó a resquebrajarse y los hobmres que había sobre esa sección ardieron por el impacto de las llamas.

Los cañones de ambos bandos dispararon de nuevo con un efecto similar, al tercer disparo la muralla cedió y se desmoronó. Un cuarto disparó abrió aún más el agujero. No hubo más disparos por parte del cañon infernal.

- ¡Seguidme soldados! - gritó un sargento para que sus hombre se preparasen alrededor de la grieta.

Ya no había tiempo para ver como iba la cosa, las escalas empezaron a ser colocadas.

Comenzando el combate cuerpo a cuerpo con los asaltantes de las murallas Gabriel daba animos a sus hombres mientras combatia y organizada la defensa de la muralla.

-¡Por Sigmar y por el Imperio! No desfallezcais soldados-Gritaba mientras se dirigia a tirar una escala de la muralla con su martillo-.Tirad las escalas en cuanto podais. ¡No les deis ni un palmo de tierra! ¡Vivir o morir!.¡LUCHAD!

Golpeaste con fuerza la escala, sin embargo solo rompiste la sección superior, al parece las sujetaban desde abajo.

Los guerreros comenzaban a subir. Hubo otro par de detonaciones de cañon.

A lo lejos viste un grupo de guerreros acorazados que no se había acercado todavía, entre ellos reconociste al general del grupo, un Paladín de Slannesh, el Principe Oscuro.

-Malditos perversos sicopatas, adoradores de Slannesh.-Mascullaba mientras posaba su mirada sobre los ballesteros.-¡Disparad a los que suben por las escalas¡ Lanzadles lo que sea.

-"En un momento o en otro vendran y las tropas no podran aguantar semejantes acometidas. Nuestra unica oportunidad es derrotar en duelo al paladin."

Miro hacia la posicion de William y grito:

-Su caudillo aguarda con sus guardaespaldas, señor, no creo que tarden en hacer acto de presencia.

Los hombre a tu alrededor comenzaron a disparar a los bárbaros que subían y los derribaban, sin embargo, los hombres acorazados eran mucho más dificiles de derribar. En el otro lado del a formación no habían oido tu orden y el enemigo ya había ascendido. Ya casi eran una decena los que habían ascendido, la mayoría barbaros.

- ¡Lo se, no te preocupes por...

En ese momento uan explosión surgió de la torre. Un proyectil del cañon infernal había impactado contra la torre incinerando todo lo que había sobre ella, habíais perdido los cañones.

Tras la conmocion de la explosion que incluso derribo a Gabriel al suelo, este se levanto y observo como la zona mas alejada ya estaba siendo asaltada por el enemigo.

-¡Aguantad! Seguid disparando y no dudeis en derribar las escalas-dijo mientras se dirigia al extremo de la muralla para ayudar a contener a los asaltantes.¡No tengais piedad!-Grito mientras acometia al primer enemigo con su poderoso martillo.

Uno de los asaltantes barbaros te salió al paso armado con una maza y un escudo lanzote un golpe horizontal a la altura de tu cabeza.

Me agacho rapidamente y giro en sentido del reloj dirigiendo mi martillo hacia su lado desprotegido

El golpe le dió de lleno en el costillar. El barbaro perdió el equilibrio y cayó por el muro hacia el patio de armas.

Un nuevo guerrero subió por una escalera de poca distancia cerca de tí, un alabardero se lanzó contra él y lo hirió en el vientre. Su cuerpo herido tropezo con la almena y cayó hacia abajo tirando a todos los que ascendían por la escala.

Los soldados de la zona más oriental lo estaban pasando realmente mal, aguantaban con dificultades.

Un ballestero armado con una espada resistía con dificultad la acometida de dos bárbaros igualmente armados que el anterior.

-Bien hecho soldado pero termina lo que empiezas y ¡tira la escala!- Le grito mientras continuaba hacia el lado oriental para socorrer a los que aun defendian esa seccion.

Miro hacia atras para comprobar la situacion de la seccion que iba a abandonar y sin querer tropezo con un cadaver y cayo al suelo.

La sección occidental se matiente bien, hay pequeño combates, pero casi ningún guerrero logra ascender y las bajas son escasas.

El ballestero solitario cae finalmente ante sus dos enemigos que continuan hacia ti.

Tras levantarse, Gabriel cobra nuevos animos infundidos por el odio hacia semejantes seres. Y con renovadas fuerzas carga hacia los enemigos que se le acercan

Los enemigos al ver tu reacción aceleran y elevan sus armas.