William Admin
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| Tema: Las lagrimas de Isha Lun Jul 21, 2008 1:19 pm | |
| - Citación :
- Una de las leyendas más antiguas de los reinos Élficos es la historia de las Lágrimas de Isha. Se dice que al principio de los tiempos, cuando los primeros Elfos nacieron de Isha, la MadreTierra, y Kurnous, el Señor de las Bestias, Asuryan, el Señor de los Dioses lficos, los juzgó. Decretó que los Elfos tendrían vidas prodigiosamente largas, pero terminarían cansándose de la vida y morirían. “De lo contrario”, dijo Asuyran sabiamente, “podrían empezar a desear los tronos de los propios dioses”. Pero la diosa Isha, que amaba a sus hijos por encima de todas las cosas, lloró amargamente por su destino. Vaul el Artesano, el dios Élfico de los herreros, sintió pena de Isha y sus hijos, y tomando sus lágrimas las llevó a su forja, donde las convirtió en brillantes joyas. Después, gracias a la bendición de Lileath, la diosa de la magia, transformó dichas joyas de forma que Isha pudiera ver y comunicarse con sus hijos cuando las miraran.
El poder de la diosa Isha queda reflejado en las Lágrimas. Algunas de ellas pueden utilizarse para curar, mientras que otras pueden utilizarse para lanzar poderosos hechizos queconfieren a sus portadores gran sabiduría y conocimientos. Las leyendas élficas cuentan que existían doce de estas joyas, llamadas Quyl-Isha o las Lágrimas de Isha, aunque algunos dicen que sólo había siete. Otros dicen que son veinticuatro.
Se rumorea que una de las Lágrimas es guardada por los Maestros de la Espada en la Torre de Hoeth. Se dice que allí el Gran Señor del Conocimiento la utiliza para comunicarse con la diosa. Se cree que una de ellas está escondida en el valle de Gaen, vigilada por los oráculos de la Reina Eterna. También se cree que los Elfos Silvanos de Loren guardan una de las Lágrimas, que está escondida en el interior del Roble Eterno, y dos de las joyas están en posesión de la Casa Coraith, incrustadas en las espadas rúnicas forjadas por Vaul. Otras Lágrimas de Isha tienen poderes curativos y de protección, pero estas dos fueron marcadas por el poder. Quienquiera que las empuñe inspirará lealtad en todos los que le rodean. Estas espadas fueron utilizadas en guerras olvidadas cuando los mismos dioses lucharon entre sí. Estos guerreros lucharon junto con los dioses y realizaron grandes hazañas gracias a las Lágrimas de Isha.
Las espadas que utilizaron los Altos Elfos en la campaña para recobrar las Tierras Sombrías fueron forjadas para dos guerreros Élficos que fueron los paladines de Isha en épocas remotas. Los dos Elfos recibieron los nombres de Asurcain y Caradan en las leyendas élficas, y los señores de la Casa Coraith son los descendientes de estos poderosos héroes. Sus herederos siempre han llevado las espadas decoradas con las Lágrimas de Isha como símbolo de su linaje y su herencia. Se dice que las espadas quemarán la mano de cualquiera que las empuñe y no sea descendiente de Asurcain y Caradan, y que en las manos del auténtico heredero de la Casa Coraith las espadas son las armas más letales del mundo, exceptuando la espada de Khaela- Mensha-Khaine.
Las Lágrimas de Isha tienen una tremenda importancia espiritual para todos los Elfos,incluida la siniestra rama de Naggaroth, puesto que los Elfos Oscuros buscan el modo de comunicarse con Khaine, el Dios de la Mano Ensangrentada, y sienten celos de los Altos Elfos, ya que ellos no poseen ninguna de estas joyas. Los vasallos del Rey Brujo han intentado capturar alguna una y otra vez, pero los Altos Elfos siempre han logrado salvar sus tesoros. Si el Rey Brujo lograra poseer todas las Lágrimas, sería por fin lo bastante poderoso para convertirse en el amo del mundo. Por eso las Lágrimas se mantienen ocultas en lugares secretos, a salvo de las negras garras del Rey Brujo. De todas estas piedras, sólo las dos que posee la Casa Coraith no se hallan escondidas. Estas espadas, que reciben los nombres de Elthraician, o “La que augura el destino”, y Cynatcian o “La que augura la muerte”, llevan cada una incrustada una Lágrima de Isha. Y no importa cuánto las deseen los Elfos Oscuros, ya que nunca podrán empuñarlas. Sólo el auténtico heredero de la Casa Coraith puede hacerlo. La Reconquista de las Tierras Sombrías En el año 250 del reinado de Finubar el Navegante, los príncipes de Ulthuan se reunieron en Lothern para decidir el destino de las Tierras Sombrías. Después de acalorados debates se decidió que debía intentarse recuperar el control de Nagarythe, por lo que se envió a uno de los nobles de más confianza a reconquistar las Tierras Sombrías. El Elfo encargado de esta misión fue Melenar de la Casa Coraith, de quien se decía que era tan sabio como el mismo Hoeth, un gran dirigente y un poderoso mago. Se había distinguido anteriormente sirviendo a Finubar, y era uno de los que había mandado a los ciudadanos-soldados de Eataine durante el asedio de Lothern. Junto a él, Melenar trajo dos de los mayores tesoros de su Casa, las espadas gemelas de Vaul. Cada empuñadora tenía incrustada una espléndida joya, una Lágrima de Isha. Ambas espadas habían pertenecido al heredero de la Casa Coraith durante generaciones. Melenar reunió a sus seguidores y partió hacia el Norte. En los siguientes años logró establecer un dominio en las Tierras Sombrías. Las tropas de Melenar libraron numerosas batallas contra los Elfos Oscuros, y finalmente empezaron a empujar a sus malvados parientes hacia el Norte a medida que los Elfos Oscuros sufrían derrota tras derrota. La sabiduría y el hábil liderazgo de Melenar impresionaron tanto a los misteriosos Guerreros Sombríos que se aliaron con él y utilizando su conocimiento del terreno lograron la supremacía en su lucha contra los Elfos Oscuros. Los hermanos Coraith Con el tiempo, Melenar y su esposa fueron bendecidos con el nacimiento de dos mellizos. Nacieron en la noche de Khaine, bajo la estrella del Dios de la Guerra, una señal de grandeza entre los Altos Elfos. El primero en nacer fue Kaldor, que recibió ese nombre por la estrella de esa noche. Pero el segundo hijo de Melenar, Calaidan, recibió el nombre del antiguo Gran Dragón de las leyendas, el símbolo de auténtica sabiduría y poder.
Cuando consultaron a los oráculos del Valle de Gaen sobre el destino de los mellizos, como hacían habitualmente los nobles Altos Elfos, los oráculos hicieron una curiosa profecía. Los oráculos le dijeron al mensajero de la Casa Coraith que ninguno de los dos hermanos sufriría una muerte violenta a menos que murieran a manos del otro. Melenar quedó complacido, ya que estaba seguro de que sus hijos jamás serían rivales, por lo que ordenó que cuando fueran mayores de edad, ambos hermanos recibieran una de las espadas adornadas con las benditas Lágrimas de Isha.
Los hermanos tuvieron diferentes objetivos en su juventud. Kaldor se convirtió en un cazador y guerrero, un gran arquero y un magnífico jinete. Dirigió a las patrullas costeras de los Altos Elfos en numerosas escaramuzas, y siempre logró derrotar a sus enemigos. Algunos decían que era demasiado impetuoso e inmisericorde, pero era tal la necesidad de buenos guerreros en ese momento que en vez de criticar su deseo de victoria fue alabado por los suyos. Es posible que fuera durante estos largos años de peligros y combates cuando Kaldor se corrompió, ya que se volvió más violento y desdeñoso. Sin embargo, los nobles Elfos son famosos por su altanería y arrogancia, por lo que nadie se fijó demasiado en su comportamiento.
Mientras tanto, Calaidan estudió magia en la Torre de Hoeth bajo la atenta mirada de los adustos Señores del Saber. Mientras permaneció allí aprendió la disciplina y la habilidad con las armas de los Maestros de la Espada que custodiaban la torre. Sus virtudes eran la serenidad, la sabiduría y el estudio, y con el tiempo, Calaidan aprendió los secretos de la alquimia, la política y la astrología.
Los años pasaron rápidamente para los dos hermanos y pronto llegó el momento en que el Señor Melenar tenía que nombrar al heredero de su título. Puesto que Calaidan mayores menores conocimientos (y muchos creían que era más sabio) que Kaldor, fue elegido el futuro Señor de la Casa Coraith. Los Altos Elfos de las Tierras Sombrías se alegraron y tuvo lugar un gran banquete en honor de Calaidan. Muchos creían que se aproximaba una época de esplendor. Con la fuerza de Kaldor protegiendo la tierra de invasores y la sabiduría de Calaidan guiando a los habitantes de las Tierras Sombrías, ¿no estaba la Casa Coraith destinada a una mayor grandeza?
Pero Kaldor estaba enfurecido: ¿acaso no era el mejor guerrero de la Casa? ¿No había protegido sus dominios a lo largo de numerosos años mientras Calaidan se hallaba en Saphery desperdiciando el tiempo con estudios sin sentido? Cada día que pasaba, la amargura y el odio de Kaldor aumentaban, y pronto empezó a despreciar a su hermano. Los jóvenes Altos Elfos que le seguían pensaban lo mismo. Habían luchado junto a Kaldor y habían esperado que su lealtad fuera recompensada cuando éste fuera nombrado heredero de la Casa Coraith.
Pronto no pudo soportarlo por más tiempo, y una oscura y tormentosa noche Kaldor se embarcó en una pequeña nave con un grupo de sus seguidores. Dijo que había recibido noticias de que los Elfos Oscuros iban a intentar desembarcar esa noche, y a pesar del consejo de sus consejeros y de su hermano, partió. Pasó una semana y cuando Kaldor no regresó, se le dio por muerto. Nadie lloró más por él que su hermano, Calaidan, que quedó desconsolado por la muerte de su mellizo. Pero la nave de Kaldor no había desaparecido en la tormenta. Se dirigió a las Tierras del Frío, el reino de los enemigos mortales de Ulthuan, los Elfos Oscuros. Su maltrecha nave arribó cerca de la ciudad de Karond Kar, y hacia allí se dirigieron él y su séquito. Por algún capricho del destino, Malekith, el Rey Brujo, se hallaba visitando la ciudad, deseoso de saber por qué la guerra en las Tierras Sombrías iba tan mal.
Kaldor fue llevado ante la presencia del mismísimo Rey Brujo. Sin mostrar emoción alguna, el Malvado oyó su amargada historia. Pero en su fuero interno el Rey Brujo se regocijó. Malekith se dio cuenta del valor de un servidor así. Kaldor conocía los secretos de la Casa Coraith, sus planes y preparativos, sus contraseñas y el secreto de su magia de combate. Kaldor ofreció todos estos conocimientos a cambio del dominio de las Tierras Sombrías bajo el reinado del Rey Brujo. Kaldor estaba ansioso de conducir a los Elfos Oscuros a las Tierras Sombrías, pero el Rey Brujo sabía que aún no estaba preparado. Hizo que Kaldor fuera entrenado como uno de sus propios nobles y empezó a planear la conquista de las Tierras Sombrías. Sus consejeros le sugirieron que Kaldor debería ser torturado hasta que revelase sus secretos, pero al Rey Brujo le gustaba el joven noble elfo. Su arrogancia y odio le recordaban su propia pérdida de gracia cuando todavía era Malekith, el heredero de Aenarion.La guerra entre hermanos Después de cincuenta largos años, el Rey Brujo llamó de nuevo a Kaldor ante su presencia, y quedó impresionado con los progresos de su nuevo sirviente. Kaldor se había convertido en un poderoso espadachín gracias al entrenamiento con los Asesinos Elfos Oscuros, y su astucia y aguda mente se había desarrollado aún más con las enseñanzas de los retorcidos eruditos de Karond Kar. Pero sobre todo, en ese momento Kaldor era conocido por su crueldad y su total falta de misericordia. Se decía que sus esclavos no podían evitar echarse a temblar en su presencia. Malekith declaró que era hora de que Kaldor regresara a las Tierras Sombrías, ya que Melenar había muerto, envenenado por uno de los Maestros Asesinos de Naggaroth. Ahora, todo lo que se interponía entre Kaldor y el control de las Tierras Sombrías era su hermano.
En cuanto terminaron los preparativos, el Arca Negra Portadora de Dolor partió del puerto de Karond Kar llevando a Kaldor de Coraith de regreso a su tierra natal. Allí dirigiría a los guerreros sedientos de sangre del Arca contra la Casa que una vez había jurado proteger. Sabía que su nombre sería sinónimo de infamia para todos los cronistas Altos Elfos por siempre jamás, pero su orgullo le impulsaba, más allá de toda redención. Había entregado por completo su negra alma a Khaine, el Señor del Asesinato, el dios Élfico de la guerra. Kaldor había hecho sus planes y estaba preparado. Nadie podría impedir que tomara lo que por derecho era suyo.
El final de la historia nadie lo conoce, algunos dicen que los hermanos se mataron entre ellos, otros que Kaldor despues de mirar a los ojos de su hermano antes de matarlo no pudo hacerlo,otros que la misma isha intervino llevandose con ella a los 2 hermanos, la verdad que es un secreto que solo los elfos poderosos conocen ya que el riesgo a que vuelva a suceder existe...... | |
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