IRONÍA:
La noche avanzaba lenta y serenamente. Poco a poco el, para Delran, tranquilizante aroma de la hierba mojada por la lluvia fue inundando el lugar. Por una vez en muchas semanas no olía el agua a los cuerpos en descomposición de las tierras del caos. Se apagó la hoguera por la lluvia y Delran sacó lo cocinado de entre las ascuas y se lo llevó a su tienda de campaña. Sentía el acogedor sonido de las gotas de agua crepitando en el barro y la hierba mientras estaba tranquilo en su tienda comiendo lo que, desde un tiempo, sólo le sabía a lo mismo aunque fuera distinto. Eso era en las tierras de la desesperación, del odio... las tierras del caos... Pero ahora todo estaba tranquilo. Al terminar el escueto manjar, escribió en su libro los olores, sabores, y sonidos que ya ni se acordaba... Pronto se quedó dormido.
Algo iba mal. Le despertó un olor punzante y denso, a altas horas de la noche. Reconocía el olor... carne. Carne humana... quemándose. El caos estaba en los corazones de cada ser vivo, pero nada lo haría despertar más que la plaga. O al menos en ese momento. Se apresuró dejando sus cosas en el mismo sitio, al poblado más cercano. Llegó con rapidez. A cada paso, el olor era más nauseabundo y pesado. Eran cuerpos afectados por la plaga. Se tapó la cara con la manga de su gabardina, y preguntó a un granjero de las inmediaciones el número de afectados...
-Todos- respondió.
-Pero alguien...habrá sobrevivido. Si no, ¿Por qué está usted aquí, y no refugiado?
-Nadie está vivo, nada de esto le incumbe en absoluto, márchese... ¡¡¡Ahora!!!
-Claro que me incumbe. Mucho más de lo que piensa...
Delran desenfundó presto su pistola y le voló la cabeza. No sin motivo. La marca del caos de su cuello no necesitaba explicación. Tampoco las ventanas de las casas ensangrentadas por dentro ni las numerosas armas desperdigadas por una gran área... Pero tampoco el cielo de ese color... Delran suspiró
pensando en la poca calma que había podido disfrutar. De repente un impacto por su espalda lo dejó totalmente inconsciente... por poco tiempo.
Sólo recordaba un sonido, un golpe. Después se vio arrastrado por los que parecían ser una de sus sospechas. Sabía que nunca estaría seguro en ninguna de estas tierras. Los fanáticos siempre son capitaneados por un elegido, si no
sus débiles y corruptos cerebros se dedicarían a destrozarse entre ellos. Estaba en peligro. Se consiguió librar de ellos y corrió. Alcanzó a uno con una bala en pleno pecho. Se escondió en el bosque de los alrededores, y esperó la oportunidad de saltar sobre su enemigo. Cuando ayó el momento cayó sobre él atravesándole el cuello con el sable.
Para su sorpresa, cuando llegó al campamento del caos, parecía que el elegido del Dios Cuervo lo esperaba.
Para su desgracia se dio cuenta cuando ya lo agarró por el cuello y lo lanzó contra una gran roca. Su sable estaba en la otra punta de la llanura donde se encontraba el campamento. Disparó contra su coraza, pero de nada sirvió. El elegido le alcanzó y le puso el pie en el pecho, oprimiéndoselo con todas sus fuerzas, cuando, con su daga, cercenó el pié del hereje clavando el cuchillo entre su armadura. Pronto cogió su espada y cargó con agilidad contra el impuro y haciéndole varios estoques inútiles. De nuevo, lo lanzó hacia el borde del barranco que yacía tras ellos esperando una víctima. Pero cuando el Elegido iba a ejecutarlo, saltó hacia tierra más firme y empujando con sus pies al Elegido al vacío del acantilado. Se acarró con fuerza al apunta del acantilado, y Delran le dijo con burla:
-Una ironía...¿Verdad? Tu armadura ha sido tu salvación antes, y ahora tu perdición...acabarás ahogado en lo que es la sentencia de Sigmar...contra necios como tú... no te guardaré rencor... ¿Para qué? no tendré que utilizarlo de nuevo contra ti, porque estás muerto. La ira de Sigmar ha caído sobre ti, como caerán otros bajo la misma, encarnada en mi espada. Todos vuestros sois iguales… lo que os hace fuertes, os termina matando…
-¡Necio! jamás burlarás al Caos tú, imbécil, ¡¡No sabes a lo que te enfrentas!!
Después, con una mueca burlona, Delran asestó un certero disparó a su mano.
Después cayó el Elegido al olvido en el vacío infinito del acantilado, mientras Delran de alejaba tranquilo, de nuevo, a bien merecido su descanso... de nuevo, por poco tiempo... Y esta vez, se enfrentaría a algo más grande... acompañado por los héroes de antaño, aún más grandes. Acompañado, en la gran guerra, por el Concilio de la Luz.
[u][i][b]FIN