Concilio de la Luz Foro para los miembros del Concilio de la Luz |
|
| Una Luz en la Tormenta | |
| | Autor | Mensaje |
---|
Alanissa
Mensajes : 34 Fecha de inscripción : 07/06/2008
| Tema: Una Luz en la Tormenta Sáb Jun 07, 2008 2:48 am | |
| - Mi señora, no lo hagáis... princesa, os lo ruego... ¡Nissa, no!
La doncella élfica bajó las escaleras de mármol a toda carrera, intentando ignorar las súplicas desesperadas de Livia. Fuera, le llegaba el ruído de la batalla, los ecos lejanos del combate. Amparados en la oscuridad de la noche, los Druchii habían irrumpido hacía ya dos semanas en la serena quietud del Bosque Eterno, sembrando la destrucción a su paso. Las odas impías a Khaine retumbaban por la maleza, y los guardianes del bosque sucumbían bajo el ataque feroz de los Oscuros, incapaces de contrarrestar su empuje. La desaparación de la Reina Eterna no dejaba a los habitantes de Avelorn mas opción que buscar ayuda... donde fuera, como fuera.
Alanissa recogió el repulgo de su larga túnica de seda y alcanzó el arco ojival que separaba al hermoso palacio del bosque. Su larga cabellera ondeaba a su espalda con la brisa nocturna, como una suave cortina de oro pálido que caía hasta sus rodillas. La doncella se envolvió en una larga capa de seda blanca, y cerró los dedos sobre la madera de su bastón de Archimaga. el contacto siempre le resultaba tranquilizador... le hacía pensar en los dias largos y pausados en Saphery, las lecciones del maestro Teclis, el susurro del viento en los árboles. Le daba fuerzas, y las iba a necesitar para lo que pretendía hacer.
Tomó aire y corrió sobre el césped suave, en dirección a los árboles del bosque. No tendría mucho tiempo, pero no podía seguir cruzada de brazos mientras los Druchii abatían una ola de dolor y muerte sobre el Bosque Sagrado. El mas antíguo de los Reinos élficos estaba poco preparado para la guerra, nadie osó jamás pensar en una herejía semejante. Al llegar a la linde de los árboles, Alanissa elevó su bastón y un destello arcoiris surgió de la gema prismática, haciendo vibrar un círculo de runas un instante en el aire.
- Acude a mí, Señor del Bosque, necesito tu fuerza... ven, te lo ruego....- musitó, su voz apenas un susurro, mientras rezaba porque no le hubieran encontrado también. El galope suave se dejó oír enseguida, y la forma esbelta del unicornio relució en la penumbra de la noche. Nissa le abrazó un momento, ántes de subir a su lomo. Sólo una doncella élfica de alma pura podría cabalgar a un orgulloso señor del bosque, y debía hacerlo sin arreos ni silla, puesto que no se dejaban embridar como caballos normales. La muchacha hundió las delicadas manos de dedos largos y blancos en la crin sedosa y se apoyó sobre el cuello del hermoso animal.
-Corre amigo mio... corre todo lo que puedas. Al Pabellón de la Luz... vamos...
De pronto, el corazón le dio un vuelco al escuchar los alaridos agudos y el entechocar de acero a sus espaldas. Unas siluetas oscuras irrumpieron en el claro entre los árboles donde se alzaba el Palacio de Verano, y las luces del jardín proyectaban las largas sombras de las mortíferas brujas. Alanissa cerró los enormes ojos rasgados, de un espectacular color lavanda helado, mientras los poderosos músculos del Unicornio se contraían para comenzar un galope vertiginoso. No quería pensar que ocurriría si la guarnición del Palacio no resistía. Ni en sus hermanas, ni en su madre... no quería pensar, solo cabalgar, cabalgar. Una flecha pasó silbando cerca, pero no consiguió rozarla. Estaba asustada, pero ante todo intentaba mantener sus emociones bajo control. 'El miedo es la pequeña muerte, el odio es el río de lava. Solo la mente serena como un lago en calma nos lleva a la perfección... el miedo es la...' La siguiente flecha hizo blanco. Un relámpago de dolor rojo se extendió por su pierna, mientas la seda blanca de su túnica empezaba a mancharse de rojo. Nissa apretó los dientes y se obligó a si misma a permanecer firme en el lomo de su montura, ignorando el agudo dolor. '¡El miedo es la pequeña muerte! Tranquila, como las aguas de un lago en calma... tranquila...'
----------------------------------------
No supo decir si había estado cabalgando horas, minutos o dias. No sabía como había salido del bosque, ni en qué momento había despuntado el Alba en el horizonte, cuando vió por fin en la lejanía las torres relucientes del Bastión de la Luz. Estaba mareada por la herida y exhausta por la carrera, pero no había tiempo que perder. Desmontó musitando unas palabras de agradecimiento al unicornio, y corió hasta las escaleras de mármol. Las puertas decoradas con soles y estrellas élficas se abrieron a su paso, y la capa de la doncella cayó al suelo en un revuelo de seda sobre los escalones del pórtico. Alanissa cruzó el gran vestíbulo a la carrera y después alzo su voz cristalina, que resonó como una campana de plata en la estancia silenciosa y vacía, si bien teñida por la angustia y la urgencia.
-¡Señores de la Luz! ¡En el nombre del Bosque de Avelorn, en el Nombre de la Reina Eterna, por la luz del Sol y las Estrellas, os lo ruego...
Tragó saliva, y en ese momento las fuerzas le fallaron, y cayó de rodillas al suelo de mármol. El cabello le cubrió parcialmente el rostro, de piel blanca y tersa como el alabastro y facciones de belleza prístina, sobrenatural. Respiró agitadamente y apoyó las manos sobre su pecho.
-... Avelorn necesita... ayuda.
Y no fue capaz de decir nada más, antes de que la negraura la engullese y su frágil figura quedase inerte sobre el mármol del suelo.
--------------------------------------
(¡Bueno! se que es cortito y bastante cutre, pero al menos sirve para darle una excusa a Alanissa para estar aquí... jiji, si a alguien le apetece continuar, sentíos libres de hacerlo! y gracias por leer ^^) | |
| | | Voldos (Dragnar)
Mensajes : 170 Fecha de inscripción : 04/06/2008 Edad : 37
| Tema: Re: Una Luz en la Tormenta Sáb Jun 07, 2008 2:31 pm | |
| Voldos estando de guardia en la garita de la puerta, de repente escuchó una delicada voz en el exterior, solo se hoyo un segundo pero con nitidez como una campana de plata, extrañado, decidió mirar por las aspilleras donde los arqueros podían disparar a los enemigos sin ser a la vez heridos, cual fué su sorpresa al vislumbrar una figura solitaria en el suelo de la entrada!! Sigmar!!- dijo para si, corrió rápido hacia la pequeña puerta camuflada que habían construido los albañiles enanos con gran astucia junto con dos soldados más, se internaron en ella y salieron al exterior raudos hacia la figura. Lo primero que atisbó Voldos fue que era una joven elfa, aunque dado la longevidad de esa raza nunca se podía saber con exactitud la verdadera edad. Dirigiéndose a su lado, se fijó en que tenia una herida en la pierna donde la preciosa seda una vez blanca ahora estaba roja. Se agachó a su lado de rodillas, le retiro los delicados cabellos de la cara y quedo estupefacto por la belleza de su ser, era perfecta, de piel blanca y tersa como el alabastro y facciones de belleza prístina. Rápidamente se puso en pie y grito – Abrid las puertas!!! El retumbar de unas pesadas cadenas los ensordeció un momento mientras las enormes puertas se habrían con lentitud. Voldos hablo a uno de los otros guardias – Rápido, ve a buscar a los sanadores y luego avisa al Rey Lonrag y el Príncipe Ithaerion, date prisa!!!- el soldado salio corriendo. Pocos minutos después los sanadores se llevaron a la delicada elfa hacia la enfermería y Voldos la perdió de vista. PD: e echo lo que e podido | |
| | | Alanissa
Mensajes : 34 Fecha de inscripción : 07/06/2008
| Tema: Re: Una Luz en la Tormenta Sáb Jun 07, 2008 8:55 pm | |
| (Gracias Voldos! Muchísimas gracias, me encanta! Los sanadores se la llevan a una habitación pues, y cuidan de ella. Ueee!)
-----------------------------------------------
Tardó en despertarse. Los rayos de sol se colaban por una ventana de vidrio plomado, una cristalera con dibujos de silenes azules. Nissa parpadeó, y de pronto la consfusión se adueñó de ella un instante. Se incorporó de golpe, asustada.
¿Dónde estaba?
Los recuerdos de la noche anterior llegaron a ella como una cascada de imágenes fragmentadas, y de pronto sintió su pecho encogerse de angustia. Había salido de su casa, del Claro de Isha... había cabalgado hacia el sur, en busca de ayuda. Una punzada de dolor en el muslo le recordó el impacto de la flecha. Levató la sábana de raso que la cubría, y se sonrojó hasta la raíz del cabello al ver que llevaba una camisa de dormir limpia y alguien le había vendado las heridas. Se puso en pie, confusa, y miró a su alrededor. Estaba en una amplia estancia de paredes y suelo de mármol blanco, en la que no había mas muebles que un arca de madera de arce con remaches de plata, un espejo de pie y la gran cama en la que había despertado. Se estremeció al poner los diminutos pies blanquísimos sobre el frío suelo de piedra. Atravesó la estancia para descorrer una celosía de marfil, y vió que su habitación daba a un pequeño patio, en el que había una fuente.
Se lavó en el agua de la montaña, intentando despejarse y concentrar su mente. Alguien debió encontrarla en el suelo del gran vestíbulo, y la había llevado a esa sitio. Probablemente la misma persona que le había sanado las herdas y le proporcionó la ropa limpia... ¡que embarazoso resultaba todo aquello! Volvió a entrar en la habitación, y descubrió dentro del arca varias túnicas sencillas de gasa de seda y un par de zapatillas de raso, también blancas y sin adornos. Se vistió con una de las túnicas, cerrándola con un ceñidor de plata que encontró en el fondo del arca. Su talle era tan fino que unas manos de varón casi podrían rodearlo, o eso le solía decir su hermano bromeando, cuando la elevaba por la cintura y la hacía girar en el aire entre risas. La lanza aguda de la tristeza le sacudió las entrañas al pensar en Alanis... le había visto partir, hacía ya dos lunas, en dirección a la costa. Alto y esbelto como un sauce, su cabello platino relucía tanto como las gemas azules de su armadura, y el brillo inmaculado de Amanecer, su espada, desafiaba el del sol el dia en que se marchó. Alanis siempre la llamaba hermanita y la trataba con cariño, y era tan buen hermano como Maestro Espadero. Había prometido entrenarla personalmente cuando le llegase su turno de servir en la Guardia de Doncellas de su señora tía por siete años. Y ahora, él estaba en las Shadowlands, y una luna entera había pasado sin noticias... no quería pensar en que tal vez hubiera muerto, tal vez...
Apretó los dientes y se forzó a si misma a sacar esos pensamientos de su mente, mientras cepillaba la larguísima melena dorada. No podía dejar que la pena la consumiese, y menos aún delante de los caballeros del Concilio. Ya no era una niñita, era una Archimaga de la estirpe de Astarielle, de sangre real, como evidenciaban sus ojos violeta. No podía comportarse como una niña asustada. 'El miedo es la pequeña muerte....'. Cepilló su cabello hasta que brilló como un río de oro blanco líquido que caía por su espalda, suave como una nube de seda, hasta las rodillas. Se observó en el espejo y se obligó a serenar sus rasgos, a concentrarse... el cristal le devolvió su reflejo, un rostro de facciones perfectas esculpidas en mármol, sereno como las aguas en calma. Las cejas de Nissa eran altas, dos arcos gráciles decorando los inmensos ojos del color de las amatistas. Cuando la luz incidía en ellos, parecían brillar con un reflejo de plata sobre los iris púrpura. Alguien dijo una vez que sus labios sedosos y llenos parecían pétalos de rosa, pero era demasiado pequeña para recordar al autor del piropo. Ahora, pasada la adolescencia, había quien decía que su belleza rivalizaría con la de las reinas de antaño... El su fuero interno, Nissa deseaba que fuera cierto, porque eso haría que tuviese algo en común con las poderosas damas de Avelorn, y tal vez así no se sentiría tan pequeña y frágil, tan impotente en medio de esta guerra fraticida y cruel. Se colocó la túnica sobre los hombros, las mangas abiertas en el codo llegaban casi hasta el suelo, y el blanco de su piel rivalizaba con el del atuendo.
Por último, decidió no ponerse las zapatillas. Acudiría descalza, en señal de humildad, siguiedo las antíguas tradiciones. Su bastón estaba cerca, lo empuñó con decisión y el tacto sedoso y cálido de la madera le dio fuerzas. Los caballeros del Concilio la escucharían... comprenderían que la guerra se había recrudecido, si atacaba el corazón mismo del reino élfico, los bosques sagrados de Avelorn, la morada de las Reinas Eternas. haría escuchar su voz y suplicaría la ayuda de los hermanos de la coalición de la Luz. Elfos, humanos, enanos, sólo juntos podrían sobrevivir a la Luna de Sangre que se avecinaba. No tenía con que pagar la ayuda, pero estaba dispuesta a ofrecer su vida, sus servicios, su magia y su consejo para siempre... era lo único que tenía. Apoyó su peso liviano en el cayado y cerró los ojos, elevando una plegaria a Isha. 'Dame fuerzas, mi Dulce Señora. dame valor, dame coraje, escucha a esta tu sierva que te suplica... cuida de Alanis, que también te ama como yo, y de Alarielle, que es tu voz y tus ojos y cuyo corazón te pertenece por siempre.' Elevó la barbilla con decisión y salió de la habitación.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ | |
| | | Hastings
Mensajes : 77 Fecha de inscripción : 07/07/2008 Edad : 34 Localización : Logroño demomento
| Tema: Re: Una Luz en la Tormenta Miér Jul 16, 2008 2:47 pm | |
| (Alanissa sale descalza de su habitacion) -------------------------------------------- Repentinamente, tras cruzar con decision la puerta, la noble elfa choco con alguien que en ese momento corria por el pasillo que cruzaba la puerta de su habitacion. Tas el impacto ambos se levantaron simultaneamente y profirieron palabras distintas. Mientras unas eran maldiciones y otras calumnias, las otras palabras con tono melodioso reclamaban perdon y pedian disculpas. Alanissa-Perdoneme noble señor no se que me a pasado, he debido de despistarme. os pido humildemente que me perdoneis Hastings Feuerbach- Por Sigmar mira a ver por donde ando. Que no se vuelva a repetir solda... Vos..., sois una elfa,....... no os conozco. ¿Seriais tan amable de decirme vuestro nombre? Alanissa- Mi nombre es Alanissa, y so. Hastings- Sois de sangre noble como bien delatan vuestros ojos. Perdonadmi torpeza mi señora.Siento no poder continuar esta presentacion pero debo atender un asusto con urgencia. Disculpeme. Alanissa- NO! Esperad mi señor. Por favor, ayudadme. Necesito diriguirme ante el concilio de la Luz para pedir ayuda.Guiadme si sois tan amable, os lo ruego. Hastings- Disculpadme pero no puedo. Hoypor fin llega mi hermano perdido y es mi deber recibirle. No obstante ¡Soldado!(grito a un soldado que patrullaba). Soldado- ¿Si?¿que deseais? Hastings- Debeis guiar a esta dama ante la presencia de Ithaerion y de Lonrag de inmediato. Alanissa-Antes de que partais. ¿quien fue el que me recogio de la entrada? Hastings- No lo se. Y ahora adios. Ya continuaremos nuestra conversacion noble elfa. Que Sigmar os proteja. Instantaneamente aquel hombre salio a la carrera hacia las puertas principales y mientras tanto la noble elfa de facciones perfectas y melena dorada en sintonia con si faz blanquecina se dirigio guida por el soldado ante la presencia de los dirigentes del concilio. Sin saberlo, este encuentro supondra para ambos algo mucho mas de lo que jamas imaginaban pues la imagen de aquella dama de apariencia fragil y delicada se quedo grabada en la mente del humano. Bueno ahi mi primera contribucion espero que os complazca | |
| | | Alanissa
Mensajes : 34 Fecha de inscripción : 07/06/2008
| Tema: Re: Una Luz en la Tormenta Miér Jul 16, 2008 3:44 pm | |
| Ajijiji, que divertido! Ahora Nissa llegará a pedir ayuda con la nariz morada X_D, eso si que es un encuentro 'impactante'. Gracias por continuar, Hastings! me ha hecho muchísima ilusión ^^. Sigo yo con una parte distinta del relato...
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Alanis Sol de Plata ----------------------
Retumbaba como el trueno de la tormenta, hacía estremecerese el cielo, incendiaba los corazones. El clamor sobrenatural de los cuernos de batalla élficos respondía desafiante a cada oleada de ataque de la caballería druchii. Y sin embargo, perdían terreno. Poco a poco, inexorablemente, las filas Asur eran empujadas hacia atrás por el rodillo imparable que eran las filas de los Oscuros. Alanis se afirmó sobre las plantas de los pies, intentando ignorar el dolor de sus manos, ya agarrotadas después de dos horas sosteniendo la espada en medio del caos. Sus vestiduras blanco y zafiro estaban manchadas de sangre y suciedad, esa sangre que le empapaba los brazos casi hasta el codo. Sangre de elfos. El peor dolor no era el de sus miembros entumecidos por los impactos ni el de las numerosas heridas bajo las brechas en su coraza. Era el de su corazón, segando vidas inmortales, combatiendo contra rostros blancos de facciones afiladas, comprendiendo el pecado del fratricidio.
-¡Aguantad!- Gritó a su falange, aunque su voz estaba ya ronca por el esfuerzo. La línea de espaderos, situada en la vanguardia, sufría un asedio imparable y constante por tres flancos. Sus hombres, espalda contra espalda, estaban a punto de perder la precaria formación y combatían por sus vidas. La línea cada vez más exigua de Espaderos era todo lo que separaba las filas de arqueros y de infantería ligera de la vanguardia Druchii. Y no sabía cuánto tiempo podrían aguantar sin refuerzos... la primera línea había sido dividida en dos por el impacto arrollador de la caballería, y el escuadrón de Anariël, aprisionado en un cuello de botella, veía con impotencia como la falange Oeste de Alanis era sometida a una presión brutal, mientras ellos eran incapaces de acudir en su ayuda.
De pronto, un jinete oscuro se separó de las líneas de mando Druchii. Era una figura esbelta a lomos de un semental negro. El Oscuro vestía una elegante coraza de líneas limpias, y portaba dos espadas largas de factura impecable. Su rostro se veía oscurecido por un antifaz. Avanzó por el fragor de la batalla y su semental se encabritó cuando le tiró de las riendas, señalando con su espada derecha a Alanis. El comandante respiró hondo, afianzó los pies sobre el suelo y alzó el mandoble, preparándose para recibir la acometida del jinete. Se abrió un claro en el fragor de la batalla, mientras el caballero cargaba hacia él. Los ojos violeta de Alanis permanecieron fijos en la figura, calculando la velocidad de la carga, esperando el momento preciso. Cien metros.
Sentía la adrenalina en sus riñones, el tiempo parecía fluir lento. Aún no...
El jinete oscuro picó espuelas. Su corcel negro relinchó, y relámpago distante rasgó el cielo plomizo. Aún no...
Cincuenta metros. El suelo retumbaba con los cascos del caballo. Aún no...
Diez metros. El aire se estremeció con el rugido del trueno, pudo ver los ojos pálidos del jinete bajo sus máscara.
Ahora.
-------------------------------------------------- continuará XD -------------------------------------------------------------
(Os presento al hermanito mayor de Nissa, el otro pj que me haré si el tiempo me da! gracias por leer ^^) | |
| | | Deklam
Mensajes : 392 Fecha de inscripción : 31/05/2008 Edad : 35 Localización : ¡¡Detras de tí!!
| Tema: Re: Una Luz en la Tormenta Vie Jul 25, 2008 5:49 am | |
| Bueno, para no dejarlo abandonado y como esta semana no he tenido mi chute de rol sigo yo con la historia, a ver si alguno se anima a continuarla y entre todos queda algo bonito.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-¡¿De que te ríes?! Te estoy hablando en serio.
Cuatro individuos conversaban sosegadamente en el gran salón. Sentados en los sillones de la sala principal parecían entretenidos. No había nadie mas en toda la estancia, últimamente había mucho ajetreo en todo el castillo, incluso los líderes estaban ausentes inspeccionando a las tropas. Tres de ellos reían mientras el otro parecía medio enojado. Todos vestían prendas de rica manufactura y llevaban algunas de las piezas que solían usar para combatir. Parecían estar preparados para cualquier improvisto, pero su experiencia en combate y largo servicio en el Concilio les hacia hablar tranquilos.
-Venga Deklam, no te pongas así...- dijo un elfo con una larga espada colgada a la espalda. Portaba toda la serenidad y compostura de su raza, pero sin embargo, parecía entretenido y desenfadado.- Todos sabemos que a veces exageras demasiado, además, a ti cualquier mujer te parece hermosa.
- Te estoy diciendo que era especialmente bella Eändril. Sus cabellos son largos y rubios, como los rayos del sol a mediodía, su piel fina y clara resalta sus preciosos ojos y debajo de sus ropas se podía definir un esculturizado cuerpo. Casi todos los soldados del castillo están enterados de su llegada y por sus bocas corren rumores y halagos sobre la dama. Incluso yo la he visto con estos mismos ojos.- su iris resplandeció como el hielo.
-Bah, bah, mamarrachadas. La verdadera belleza se encuentra en las mujeres enanas, eso si que es la perfecta combinación entre naturaleza, fertilidad y feminidad – refunfuñó un enano a voces. Su casco brillaba a la luz de los braseros del gran salón y su larga barba blanca le llegaba casi hasta el suelo. Su nombre era Malakay.
El cuarto personaje no dejaba de reír y acompasaba sus carcajadas con un balanceo de su jarra de cerveza de la que bebía largos tragos cada cierto tiempo. Pegando un golpe en la mesita que tenían delante con el puño sentenció:
-Si es tan bella como dices, ¿Que demonios estamos haciendo aquí? Guíanos hasta ella y juzgaremos si es digna de las palabras que le profesas.
En ese mismo instante, una de las puertas laterales se abrió y de ella surgió una comitiva de un par de soldados precedida por una dama de largos cabellos dorados y tez pálida. Su blanco vestido contrastaba con los colores granates de la antigua alfombra de la sala.
Al momento, los cuatros individuos se incorporaron sorprendidos por la repentina aparición del grupo. A más de uno se le abrieron los ojos más de lo habitual y Deklam aprovechaba para dar algún que otro codazo en el costado.
Destacándose de los soldados, la doncella habló con un hilo de voz que sorprendió aun más a los presentes. Su voz sonaba melodiosa y clara, como un suave trinar de aves. Una vez más, a más de uno se le dibujo una pequeña sonrisa en la boca:
-Caballeros, Mi nombre es Alanissa, Doncella del Bosque de Avelorn, Archimaga la cual aprendió sus artes del gran maestro Teclis. Acudo a los Señores de la Luz en busca de ayuda y comprensión. ¿Podríais indicarme donde se encuentran los grandes líderes? Vengo a pedir ayuda por mis hermanos y amparo por mí. ¿Serias tan amables de orientarme?
-Ehm, bueno... yo..... Ehm....- balbuceó como pudo el elfo.
- ¿Se han ido a inspeccionar las tropas del ala oeste como control rutinario?- le ayudó a terminar Deklam. Su sonrisa ahora era mas pronunciada que la de sus amigos y parecía verse entretenido y divertido por las reacciones de sus compañeros.- Señora, se encuentran ante vos cuatro de los mas fieles combatientes de la orden. Eändril Hoja Aullante, experimentado maestro de la espada adiestrado en la torre blanca de Hoeth, Throngray Thronsson, portaescudos del Gran Rey Enano Lorang Aztharok, este es Malakay Ironrose, Guardián de la Puerta de la fortaleza y valiente Portaestandartes en la batalla y por ultimo yo mismo, podéis llamarme Deklam, defensor del orden y dador de luz.
Eändril pareció sonrojarse por un breve espacio de tiempo, pero luego adoptando la serenidad que le caracterizaba se ofreció a conducir a la dama hasta los líderes.
-¿Me acompañas Malakay? Después de todo somos los guardaespaldas de los lideres y se nos esta acabando nuestro descanso.
-Vete tu delante, yo terminare mi cerveza antes. Ahora os alcanzo.
Colocándose su equipo debidamente y ciñéndose la funda de su espada al cuerpo se planto delante de la dama asur. Los dos enanos aun bebían y bromeaban. Deklam, se levantó de su asiento y pidiendo permiso a los presentes abandono la sala no sin antes pasar al lado del elfo y decir en voz baja un suave “Te lo dije”. Este sonrió una vez más. Condujo a la elfa a la puerta por la que saldrían y dejándola pasar delante aun recordaba las palabras de Deklam mientras observaba el ligero paso de la doncella.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Bueno pues ahi lo dejo, espero a ver podido contribuir en tu historia de una manera orginal y animado a alguno a postear. No he dado a mi personaje ninguna descripcion ni titulo ni ocupacion ya que ultimamente ando algo indeciso, de todas formas cuando me decide si no os gusta asi ya lo cambiare ^^
Un Saludo | |
| | | Alanissa
Mensajes : 34 Fecha de inscripción : 07/06/2008
| Tema: Re: Una Luz en la Tormenta Dom Ago 03, 2008 8:37 pm | |
| Oooh! Menuda puesta en escena, Deklam :_ O . Muchísimas gracias por continuar, me suben los colores X_D, ni yo me la imaginaba tan guapa, jaja. me encanta que os esté gustando y siga adelante, a ver que nos va saliendo. Como nota, diré que yo no voy a hablar por ninguno de vuestros pj's, porque la verdad, no me atrevo a decidir por ellos que harían o qué dirían, así que en mis posts solo hablará Nissa, pero dejaré espacio y tiempo para que escribáis lo que os parezca oportuno.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
La elfa miró a los cuatro caballeros reunidos, apretando entre los dedos su bastón con fuerza. No sabía de donde había sacado las energías para hablar tan alto y tan seguido, y notaba como la sangre peleaba por subírsele a las mejillas y ponerla colorada como un tomate. respiró hondo y se obligó a serenearse, aunque bajó la mirada color lavanda hacia el suelo. Los únicos guerreros que había visto en su vida eran su hermano y los defensores de Avelorn, y basante de lejos. Y desde luego, jamás había visto un enano, y no quería correr el riesgo de mirarles pasmada, con los ojos como platos. Sus barbas eran frondosas, y parecían suaves, brillantes y bien cuidadas, peinadas en trenzas complicadas. el tal Malakay debía invertir en peinarse esas barbas más tiempo del que necesitaba ella para cepillarse la cabellera.
No le pasó desapercibida la presencia del alto maestro de la espada que intercambiaba unas palabras con sus compañeros. De pronto se sintió joven y torpe; comparada con aquellos combatientes experimentados, apenas era una novicia. Cambió el peso de pierna, y la punta de sus diminutos pies descalzos asomó bajo el repulgo blanco de la túnica. Cuando el guerrero llegó a su altura, ya tenía la mirada violeta fijamente clavada en los dedos de sus pies, incapaz de mirar hacia arriba.
- S.... señores, les agradezco... enormemente la bienvenida. Espero no causar molestias.- atinó a decir. Tomó aire, y elevó un instante la mirada para ver el rostro del elfo que le habían presentado como Eändril. La luz del sol le dio de pleno en los enormes ojos violeta, iluminándolos como amatistas por un momento.
- Os sigo, mi señor-. Gracias por vuestro tiempo- Acertó a musitar, y después bajó la vista de nuevo y se apartó un paso a la derecha, dispuesta a seguir al elfo.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Gracias de nuevo a todos por cooperar ^^. Si a alguno le apetece un rato de rol streaming, que me mande un pm para añadirle a messenger y preparar algo 'live'. | |
| | | Kowin
Mensajes : 177 Fecha de inscripción : 04/06/2008
| Tema: Re: Una Luz en la Tormenta Miér Ago 06, 2008 4:05 pm | |
| Espero no hacer el ridiculo
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Kowin se dirigia corriendo con pesado pasos al gran salón, los hechos que acontecian eran muy graves y tenia que avisar a sus hermanos enanos más veteranos, ya que los lideres estaban muy ocupados preparando la gran batalla que cada vez era mas inminente.
Justo cuando estaba a dos pasos de empujar la puerta del salón esta se abrio.
La inercia que llevava no le permitio frenar y se estampo contra deklam, el cual se disponia a salir en ese momento, haciendo que los dos enanos cayeran al suelo.
Desde el fondo de las salas se oian las risas de dos enanos al ver como su amigo deklan caia de culo sobre el marmol blanco del suelo y aun fuerón más exageradas cuando los dos enanos abatidos empezaron a prodigar improperios en lengua kalhazi.
Deklam- Por las barabas de thorgim, que maneras son estas de entrar en el gran salón.
kowin cuando miro al enano con el cual se habia chocado vio que era su maestro, hace ya unos 50 años ingreso en el concilio para poner a su disposicion todos los diseños que a lo largo de 100 años habia perfeccionado y conocio a Deklam, un gran ingeniero que lo acogio para instruirle en el manejo de la polvora.
Kowin- Perdonar maese, pero tengo malas nocias que daros, necesito que me acompañeis a las almenas de la puerta principal, tambien me gustaria que-en este momento alzo la voz-, cuando dejeis de reiros, nos acompañeis hermanos.
rapidamente kowin se puso en pie y grito - SEGUIRME- y empezo a correr otra vez. Penso que no tenia tiempo de dar explicaciones y que era mejor que los enanos lo vieran con sus propios ojos.
Deklam tambien se incorpor y vio salir como una exalación a kowin
Deklam- vamos chicos, debe de ser importante para que un enano corra tan rapido y no haya cerveza de por medio. ----------------------------------------------------------------------------------
ya os he dicho que no se me da bien aun lo del rol, pero espero que sir va para algo | |
| | | Contenido patrocinado
| Tema: Re: Una Luz en la Tormenta | |
| |
| | | | Una Luz en la Tormenta | |
|
Temas similares | |
|
| Permisos de este foro: | No puedes responder a temas en este foro.
| |
| |
| |
|