El Rey Matador
La historia de la familia Puñohierro es larga y trágica. Hace muchos años, cinco generaciones antes del gran señor Ungrim, el Rey Baragor sufrió una terrible pérdida que le llevó a prestar el juramento de los matadores. Las circunstancias que le indujeron a tomar una decisión tan drástica no están descritas en el Libro de los Agravios de Karak-Kadrim, en el Libro de los Reyes o en el Diario de la fortaleza. Todos los Enanos asumieron que la causa fue la muerte de su hija en las garras del gran dragón Skaladrak cuando se dirigía a casarse con el hijo del Gran Rey de Karaz-a-Karak. En cualquier caso, Baragor se convirtió en el primer Rey Matador de Karak-Kadrin.
Baragor se debatía entre dos votos opuestos: el juramento de matador para buscar la muerte en batalla y el de rey para cuidar y proteger a su pueblo, y fue incapaz de cumplir ninguno de los dos adecuadamente. Al final prevaleció el buen juicio del Enano y encontró la forma de honrar sus votos a su manera. Fundó el Santuario de Grimnir, el templo de los matadores en Karak-Kadrin, y gracias a donaciones generosas al culto estableció un refugio para matadores procedentes de todos los reinos enanos. Pronto, Karak-Kadrim fue conocida como el hogar del Culto de los Matadores, que hasta entonces estaban considerados un grupo de individuos dispersos que vagaban por las montañas.
Aunque Baragor no pudo cumplir sus propios votos cuando su pueblo lo necesitó, ayudó a otros a hacerlo y de esta forma confirmó su honor y todos coincidieron en considerarlo un Enano sabio y razonable. Baragor murió en un túnel excavado bajo la fortaleza de Karak-Kadrin sin haber cumplido su voto de matador. Su hijo, Dargo, no solo heredó el reino de su padre, sino también su voto de matador, convirtiéndose así en el segundo linaje de reyes matadores. Su descendiente es el Rey Ungrim Puñohierro, el actual Rey Matador de Karak-Kadrin.
Contra las bestias
Durante cinco generaciones los reyes matadores de Karak-Kadrin han tenido que ejercer sus dos votos. Sin embargo, el hijo de Ungrim, Garagrim Puñohierro, ha ideado un modo de sobrellevar esta carga. Tras consultar al más viejo y sabio de los Enanos de la fortaleza, Garagrim tomó una decisión importante. Si podía cumplir el voto de matador que había heredado a la muerte de su padre, las generaciones futuras no tendrían que saldar esta vieja deuda de honor. Sin votos reales que le frenasen, Garagrim abrazó la vida de matador y abandonó la corte de su padre para irse a vivir entre los fríos muros del Santuario de Grimnir.
Garagrim ha tomado el título ancestral de paladín de guerra, un viejo rango que una vez ostentaron los campeones de los Grandes Reyes. El deber de un paladín de guerra consiste en representar al rey en la batalla aceptando el honor del rey como suyo propio y viceversa. En lo que respecta al honor y la tradición, el voto de matador de Garagrim es exactamente el mismo que el de su padre.
Garagrim busca encontrar la muerte en batalla frente a un enemigo digno. Con la expansión de los Reinos del Caos, todo tipo de bestias mutantes y deformes llegaron procedentes de los Desiertos del Caos y del Territorio Troll. Engendros de garras afiladas, dragones con dos cabezas, poderosos shaggoths y todo tipo de criaturas monstruosas rondaban por Kislev.
Los matadores llevan miles de años reuniéndose en el Santuario de Grimnir. Y los que antaño eran guerreros solitarios se unieron por el juramento de encontrar una muerte gloriosa frente a las hordas bestiales procedentes del Norte. Marcharon hacia el Norte con Garagrim a la cabeza para encontrar sus destinos entonando plegarias a Grimnir por esta circunstancia fatídica.
El rey matador va a la guerra
Ungrim soporta la carga del voto de su antepasado y su propio nombre, Ungrim, significa "atado por un voto" o "rompevotos", como recordatorio de su doble responsabilidad. Como Baragor antes que él, posee el sentido del oído de los Enanos, un brazo fuerte y la lealtad absoluta hacia la raza enana que probablemente solo un rey enano puede entender. Es un gran guerrero e incluso el Gran Rey le reconoce como el mejor líder en batalla y el general más experto. Ungrim Puñohierro y los Enanos de Karak-Kadrin fueron los que finalmente derrotaron y capturaron al kaudillo orco Gnashrak en la Batalla del Barranco de la Pata Rota. De esta forma acabaron con la amenaza de Gnashrak sobre Karaz-a-Karak e indudablemente salvaron el reino del Gran Rey enano. Ungrim obtuvo la gratitud eterna de su pueblo. El Gran Rey Thorgrim, Custodio de Agravios, concedió a Ungrim una poderosa reliquia de familia como recompensa a sus hazañas. Era la capa del dragón Fyrskar, fabricada por el herrero rúnico Hegambor para el Gran Rey Finn Ceñofruncido
Ungrim tiene la Corona de los Matadores. Se trata de un casco sólido con cuernos y con una corona dorada, rematado con una enorme y brillante cresta naranja igual que el cabello de un matador. La barba del rey es de un color naranja intenso, teñida de colores llamativos en la tradición de los matadores, y se adorna con unos anillos dorados y cintas de colores. Su apariencia es la de un rey y un matador. Va armado con una enorme hacha a dos manos que lleva grabadas unas runas muy poderosas. Se trata del Hacha de Dargo, reforjada a partir de la propia Hacha de Baragor y que lleva inscrito en khazalid el juramento de un matador.
Así se llamaba el Enano que marchó al Paso de los Picos en respuesta al desafío de Vardek Crom. Con el poder de Karak-Kadrin a sus espaldas, Ungrim Puñohierro le esperó en las laderas del paso, con la carga de las hazañas de sus antepasados pesando sobre sus hombros. Una vez más, la fuerza de Karak-Kadrin iba a ser probada hasta el límite y, una vez más, estaba seguro de que iban a estar a la altura.