La incesante lluvia que azotaba la noche resonaba al estrellarse contra el metal. Grungni lanzaba rayos contra las montañas del Fin del Mundo. All, en las proximidades de la gran Karaz-a-Karak, tras una pequeña loma los enanos esperaban.
Malakay Ironrose, Guardian de la Puerta de la fortaleza Karak-Hirn, se recostó sobre un tronco caido, al tiempo que encendía su pipa. Mostraba una imagen formidable, tenía una constitución musculosa, y vestía una preciosa armadura de Gromril. En ella tenía gravadas la efigie del fundador de su clan y de su padre, que flanqueaban una rosa, simbolo de su apodo. En su cabeza portaba un hornado casco. A los lados del mismo emergían unas grandes alas de plata, y el casco estaba cubierto de relieves y gemas.Sobre sus hombros 2 grandes hombreras, emulando caras de los ancestros, protegían sus brazos, así como 2 brazaletes ricamente decorados. Antes de ponerse la pipa en la boca, contemplo su obra. La había hecho a los 40 años, una pieza de plata y oro, con efigies de sus ancestros, y con cenefas y bordes dorados. Orgulloso de ella, se la hecho a la boca, y aspiro el fino tabaco mientras hechaba una mirada a sus hombres. 50 enanos, encomendados a su cargo aguardaban sus ordenes. Podía ver a Oleg, que le seguía en la cadena de mando, y a Dain, que había venido para dirigir a los montaraces. 50 enanos valientes que habían sido enviados a recuperar la corona de oro y joyas, encargada por alguien de Arabia. 20 martilladores, 10 rompehierros, 10 guerreros del clan y 10 montaraces componían esta compañía, que venía siguiendo a los orcos ladrones desde el hogar.
El enemigo se había refugiado en una cueva, a unos cientos de metros de su posicion, y Malakay esperaba el momento preciso para comenzar el ataque. Mesandose su larga barba blanca, miraba desde su oculta posicion los movimientos de los orcos. La mayoría estaban golpeando a unos goblin para que regogieran, e hicieran guardia. Era el momento de comenzar la ofensiva.
Como estratega consumado, Malakay se reunio con Oleg, Dain y Thongy, que iban a dirigir las unidades. Decreto que Dain y sus montaraces, avanzaran en vanguardia, 50 pasos por delante, refugiandose entre los arboles, y abatieran la guardia sin alertar a los orcos, y el resto avanzaría en silencio. Los rompehierros en vanguardia, los martilladores como fuerza de choque y los guerreros del clan en retaguardia.
Dain y sus montaraces se pusieron en movimiento. Se movían como sombras entre los arboles, ejerciendo su gran experiencia en el sigilio y la emboscada. Mientras, los enanos avanzaban lentamente hacia la cueva, intentando no hacer ruido.
Los montaraces estaban a escasos metros de los vigias, yse disponían a abatir al enemigo cuna un enorme rayo cayó sobre su posición, matando a varios de ellos. Ese rayo no había sido obra de la naturaleza, y su color verde lo demostraba. En la puera de la cueva se recortó la silueta de un chaman goblin, que enxtendiendo su vara, acabó con el resto de montaraces.
El astuto ser señalo en direccion al resto de enanos ocultos en la floresta, y bramo instrucciones. A los pocos segundos una maraña de orcos salió auyando de la cueva, muchos mas de los que perseguian.
-“¡Por las barbas de Grungi!”- Malakay estaba desconcertado, sus avanzadilla estaba destrozada, su posicion delatada, y una horda de orcos cargaba contra ellos con una amplia superioridad numerica, sin contar el chaman que observaba desde lo alto. La situación se había ido de las manos, y sabía que no podían ganar. Pero tenian una misión, y su deber era cumplirla, o morir en el intento, asi que bramó a sus congeneres: -“¡Hermanos! ¡Que no os aflija el temor, pues grande es el honor que se nos presenta. Grande es la oportunidad de grabar nuestros nombres en la historia, pues podremos vengar a nuestros hermanos caidos, tambien podemos recuperar nuestra obra, y mandar al abismo a nuestros enemigos! ¡Somos enanos, los mejores guerreros del mundo! ¡Por el honor, y la gloria hermanos! ¡Baruk Khazâd! Khazâd ai-mênu!”- Y entonando canticos de guerra se lanzó contra sus enemigos.
Sus hombres le siguieron gritando. Los 2 ejercitos se aproximaban bajo la lluvia, una gran batalla iba a comenzar. La lluvia arreciaba, a la par que la tormenta. Las nubes se arremolinaban abigarrandose como rostros enjutos dispuestos a presenciar la matanza. El suelo resbalaba, la lluvia caia incesante sobre las armaduras y cascos, dejando ver a duras penas el enemigo.
El choque fue brutal. Malakay daba amplias muestras de su pericia con el enorme martillo que manejaba. Giraba sobre si mismo, mientras golpeaba, paraba las rebanadoras de los enemigos, y quitaba la vida a muchos enemigos.
Las peleas se iban dispersando, y hecho una mirada para ver como iban las cosas. Desalentador. Los orcos habían roto las lineas, y los enanos caían por doquier ante la abrumadora superioridad numerica. Ademas el chaman había empezado a contribuir, lanzando rayos que barrían el campo, sin importar de que bando fueran los desgraciados que encontraba a su camino. La lluvia mitigaba el sonido de la lucha, creando una burbuja que abstraia al enano de su conjunto. La muerte por doquier tamizada por agua que arremetia el suelo.
Salió de su ensoñacion cuando un enorme orco lanzaba un ataque contra el. Rapidamente paro las 2 rebanadoras con su martillo, y girandolo desarmó al orco, que perplejo, murió con su craneo destrozado. Bramando se abrío camino hacia los rompehierros, que aun mantenían un nucleo de resistencia.
–“¡Oleg!, Debemos salir de aquí, esta batalla esta perdida, regresaremos en mayor numero”-
-“Eso si regresamos jefe”- Musito su viejo amigo. Estaban rodeados de decenas de orcos, y el resto del ejercito estaba siendo aniquilado.
-“Intentemos dispersarlos, ¡cargad y marchad por sitios diferentes, la tormenta actuará en nuestro favor!”- Grito el martillador mientras se lanzó sobre los orcos.-“¡Yo los distraeré!”-
Oleg le miro con tristeza, pero leyo en sus ojos que no podía permitir la muerte de mas compatriotras, asi que se retiró dejando a su amigo atrás, sabiendo que no volvería a saber de el.
En la refriega Malakay sembraba muerte por donde pasaba su martillo. Si preocuparse de su propia seuridad, lanzaba golpes incersantemente y los orcos apenas tenían tiempo de sustituir a los muertos. Sangraba por decenas de heridas, y su cuerpo estaba cubierto de sesos y entrañas de orco.
Con certeros golpes romía las articulaciones de los enemigos, y los remataba sin piedad, avanzando hacia el bosque. Mientras avanzaba un orco le hirió por la espalda, cayendo al suelo. Su mano encontró en el suelo el martillo de un hermano caido, e hirguiendose enarbolo ambas armas. Con ambos martillos se defendió del orco, hasta que en un descuido del oponente le aplasto el crano entre las 2 armas, y corrió hacia el bosque.
Los orcos le pisaban los talones, y la sangre le priesionaba la cabeza. Parecia que iba a estallarle, sus piernas no respondían y parecía que la armadura le pesaba 100 toneladas. En ese momento un orco le dio la vuelta encarandose con el. Alzó su arma. Era el fin. Encomendé mi alama a Valaya, y rezé a Grimmnir para que diera fuerzas a mis compatriotras para vengar mi muerte. La lluvia caia sobre mi cuerpo, un refrescante chispeo sobre mi piel, la dulzura de la madre tierra llorando la muerte de los enanos caidos, que mejor forma de acabar la existencia, que dejar el mundo en combate. Lluvia, el llanto de Valaya ante la muerte de un fiel servidor. El fin.
Pero no hayó la muerte. Un zumbido rozó su oreja, y el orco se desplomo sangrando por el cuello. Me giré y allí vi a un enano con un enorme rifle, que acababa de abatir a mi enemigo.
“Parece que estas en apuros, ¿necesitas ayuda hermano?”- Apunto el enano.
“Parece que me has salvado la vida, mi nombre es Malakay Ironrose”
“Dejate de chorradas y no te quedes ahí parado, estos tios no vas a parar a que nos presentemos. Pero soy Deklam”- Aun no había acabado de hablar y abatío a 2 orcos que se acercaban.