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 Galdiador (Parte de la vida de Malakay Ironrose)

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Fecha de inscripción : 03/06/2008

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MensajeTema: Galdiador (Parte de la vida de Malakay Ironrose)   Galdiador (Parte de la vida de Malakay Ironrose) Icon_minitimeJue Ago 14, 2008 9:49 pm

El bosque de Kharnos quedo en silencio.
Pasos de decenas de seres comenzaron a rugir entre la maleza y pronto se escucharon los bramidos propios de los orcos.

-¡Orcos!, ¡Si hay algo que odie mas que los orcos, es que esos descerebrados interrumpan un buen tabaco de Arabia!- Grito Malakay.

Conocedor de sus habilidades, descolgó de su espalda el martillo con cierto desdén. Con forme los enemigos se acercaban el martillo, herencia de su padre, vibraba en su mano, sediento de vidas que cobrar.

Del lindero del claro, los primeros orcos asaltaron al enano, cayendo víctimas de los golpes del veterano guerrero. Cada vez que el mazo era blandido el suelo se teñía de verde, trozos de cerebro manchaban la armadura del enano, que gritando no dejo escapar a los que solo había herido. El resto re orcos lo observaba desde el linde. No les hacia gracia enfrentarse a ese pequeño tapón cubierto de la sangre de sus compañeros. Entonces apareció el líder. Era el orco más grande que había visto Malakay, debía medir el doble que el enano y portaba un hacha tan grande como él.
Bramando y golpeando a sus tropas las lanzo contra el martillador. Decenas comenzaron a rodear al enano. Tras un rato 12 orcos yacían a sus pies mientras Malakay sangraba por decenas de heridas menores. Estaba exhausto y apenas podía sostener su arma.
-¿Es que no vas a venir por mi maldito descerebrado, tan cobarde eres que mandas a esta ponzoña a realizar tu trabajo?- Malakay sabia que no podría resistir otra acometida mas, pero si iba a morir, por lo menos que fuera a manos de un enemigo digno.

El caudillo apartó a golpes a sus tropas, y se alzo ante el enano. Lanzo una sonora carcajada antes de lanzar su primer hachazo. Malakay consiguió esquivarlo rodando, y vio como el hacha cortaba un árbol en 2 como si fuera papel. La cosa estaba muy fea. En un ultimo acopio de fuerzas, se lanzo contra el orco bramando. Este esgrimió su hacha, errando el objetivo. Malakay vio una posible brecha, podía ganar. De repente sintió como una huesuda mano le aferró del cuello. EL caudillo le levantó en el aire estrangulándole, y un hachazo se clavo en su costado. El bosque se torno en tonos grises, y pronto se hizo la oscuridad.


Un jarro de agua le despertó.
-¿Por las barbas de Grimnir que...?- Un fuerte dolor en su costado le impidió levantarse.

-¡No te esfuerces imbecil!- Grito el guardia que le había despertado –¡Si no te recuperas serás el próximo almuerzo de los leones!

Malakay miro a su alrededor. Debería estar en las cámaras de los ancestros, con sus antepasados, no en una celda que olía a orín y con un estúpido humano dándole ordenes.

A su lado había un hombre del norte, un norse, como les llamaban en el imperio. -¡Humano!, ¿Que es este lugar?.

El norse rió -Esto es lo mas cerca de la muerte que nunca estarás. Ahora eres esclavo del Califa Al-Degraid. Quiere que pagues tu deuda luchando como gladiador para él, al igual que yo. Mi nombre es Sigfrido, hijo de Recaredo, de las tierras de norsca.-

-¿Deuda? Yo no debo nada a quien no conozco-

-Pues deberías, ya que por lo que he oído, encontraron tu cuerpo en el mar, arrastrado por la corriente de uno de los ríos de los Reinos Fronterizos, curo tus heridas y te esta dando hogar-

-Ahora entiendo que permanezca con vida. Bueno, que no se diga que los enanos no somos corteses, mi nombre es Malakay Ironrose, hijo de Thorek, guardián de la puerta y consejero del rey Alric de Karak-Hirn.-

-Alta cuna nos trae a ambos, pues mi padre era rey del pueblo de la Corona de Hielo, pero mucho me temo que mi reino ahora este en manos del Caos, por lo que no albergo esperanza de salir de este mundo. Nuestra única esperanza de vivir, es ser lo suficientemente hábiles para poder caer en gracia a nuestro señor, y que nos libere.-

Así pasaron semanas hasta que Malakay se recupero de sus heridas. Mientras era obligado a trabajar retirando los cadáveres de la arena, y dando de comer a las fieras los restos de los caídos. Cada noche esperaba que Sigfrido volviera para hablar con él, temiendo que cayera en las luchas.

Por fin un día le llamaron para realizar su primer combate. Al ser nuevo, salió a la arena acompañado de varios esclavos, armados tan solo son una espada corta, enfrentados a 4 expertos gladiadores bien equipados.
La mayoría de los esclavos no sabían luchar, y caían con rapidez. Malakay no tenia costumbre de luchar con espada, por lo que se abalanzo contra un hombre con cabeza de jabalí como yelmo, y con una enorme hacha. Rodando por el suelo, lanzo un bramido y se escabullo por debajo del oponente, cortándole los tendones de los tobillos. El gladiador cayó gritando de dolor, momento que aprovecho el enano para cortarle la cabeza.
Arrebato el hacha de las muertas manos de su victima, y se lanzo contra otro oponente que se disponía a rematar al ultimo esclavo que quedaba. De un golpe limpio la pierna del gladiador salió despedida, y un segundo hachazo se estrelló en su espalda.

Se encontraba solo contra los 2 últimos adversarios, mientras el publico pedía su muerte. Uno de ellos, armado con un escudo y una cimitarra, se abalanzo sobre él. Malakay le rechazó de un golpe en el escudo, y aprovechando el momento, cogió su escudo y lo lanzó volando hacia un lado con sus poderosos músculos. Cuando el luchador quiso darse cuenta de que había pasado su cabeza estaba partida en 2 como un melón.

El publico empezó a vitorearle. Malakay giro su cara mirando amenazadoramente a su ultimo adversario. La montaña de músculos ensangrentada que formaba el enano se acercó lentamente con el hacha al hombro, riendo como un demente. El Gladiador retrocedía asustado, hasta que choco contra el muro. Malakay alzó su hacha contra él, que se tiro al suelo gimoteando. El enano detuvo su hacha –No merece la pena matar a u cobarde como tu, vuelve a tu casa y ¡cambia tus calzones!.

El publico estalló en un fuerte aplauso por el enano, Dándole el nombre de Aniquilador.

En los sucesivos combates Malakay se hizo con gran renombre en la tierra de Arabia, y venia gente de todos los rincones a ver sus combates. El enano aun así nunca tubo la sensación de ser querido ni amado, sabia que quienes venían disfrutarían tanto con ver como ganaba la batalla, como si perdía la vida en ella.

A los meses una mala jugada surgió en su destino. El jefe de gladiadores, celoso de las victorias de Malakay, desoí enfrentarle contra Sigfrido, su mejor amigo.

Esto destrozó a ambos, que no querían participar en la lucha. Intentaron apelar la decisión, pero como respuesta solo obtuvieron que si no se daban muerte, los matarían a ambos.

El recuerdo de esa batalla nunca se borro de la mente de Malakay. Obligado a matar a su mejor amigo. Desde entonces el enano se volvió taciturno, y extremadamente violento. Sus combates se convertían en una orgía de violencia desmesurada, en los que trozos de sus enemigos salían despedidos desde el hacha del dolido martillador.

Un día de otoño llego un nuevo preso a la celda de enfrente de Malakay. Era alguien conocido para el, el orco que casi le dio muerte en los bosques que rodean su hogar. Malakay pidió enfrentarse a él solo, pese a que se había planificado una lucha de 5 hombres contra el.

Le fue concedida por el jefe de gladiadores, pensado que podría librase de él de una vez por todas.

-El publico gritaba pidiendo sangre, mi sangre. Afilo mis armas para el combate. La luz del día casi me ciega cuando salgo a la arena entre los gritos del publico. Frente a mi veo a mi enemigo. El enorme orco que me despojó de las armas de mis ancestros. El estúpido orco que me venció cuando ya estaba medio muerto. El fétido animal que me trajo a esta repugnante letrina infestada de escoria. ¡Por el honor, la gloria y la venganza!-

Malakay se lanzo contra su enemigo como una bestia herida. Sus acometidas eran brutales, y el orco podía parar sus golpes a duras penas. En un fallo de Malakay, consiguió golpearle en el pecho, haciendo retroceder al enano.
Un corte manaba sangre en su lado derecho, pero esto no hizo mas que encolerizar mas al enano. Comenzó a bramar y maldecir al orco, mientras le propinaba cortes por todo el cuerpo.

El orco soltó su arma, y cayendo al suelo exhausto, Malakay, acogiéndole del cuello, lo alzo, y con su hacha, le golpeo hasta partirlo en 2. El publico enmudeció ante el dantesco espectáculo. El enano escupió al cadáver, y gritando, envuelto aun en su locura, comenzó a trepar el muro de la arena. Para cuando los guardias quisieron reaccionar, Malakay ya había llegado arriba, abriéndose paso entre la multitud y matando a todos cuanto se cruzaban a su paso. Escapó de la ciudad, y vagó por el desierto durante semanas, hambriento, y con el cuerpo atravesado por flechas de los guardias. Por fin llegó a las tierras de Barak-Barr, donde consiguió hospicio, y se recupero de sus heridas.

Allí volvió a Karak-Hirn, donde se le recibió entre vítores, celebrando que uno de los mejores guerreros de la ciudad, volvía su puesto.
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